La literatura abandona a veces los libros y anida en las calles y en los espacios públicos con vocación de pájaro urbano.
En el número 15 de la calle San Matías, en Granada, el arquitecto restaurador del edificio ha dejado en la fachada un rastro de su admiración por Juan Ramón Jiménez. Las palabras grabadas -Donde está la ilusión allí está el mundo- pueden ser tanto una declaración sobre su trabajo como un aviso a caminantes. En cualquier caso es la reivindicación pública de una actitud ante la vida.
Los muros que circundan la Universidad Arturo Prat de Iquique, Chile, están decorados con poemas de Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Resulta muy grato observar que los estudiantes consideran que la poesía puede ser el umbral y el atuendo del saber.
El Hotel de las Letras de Madrid ha decidido ornamentar las paredes del edificio con fragmentos de textos literarios. En las habitaciones, los pasillos y los espacios comunes se suceden las citas más diversas, como tapices tejidos con hilos alfabéticos. En la planta baja, el inicio de uno de los cuentos más célebres de Julio Cortázar, Instrucciones para subir una escalera, da la bienvenida a los huéspedes que ingresan en el establecimiento.
En una esquina de la Avenida M. Quintana de Buenos Aires, donde desembocan varias calles, hay colocados unos azulejos con un poema de Jorge Luis Borges inspirado en ese lugar. Su lectura ayuda a entender qué mueve la escritura, qué sigue a la mirada sobre las pequeñas cosas del mundo.
Y así sucesivamente.
Me gusta comprobar que las palabras en las ciudades no sólo sirven para anunciar, prohibir u ordenar, sino para recrear la vista y hacer más grato el paseo.
1 de agosto de 2008
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2 comentarios:
Hola, Juan:
¡Qué hermosa la primera frase: "La literatura abandona a veces los libros y anida en las calles..."!
Bonita y curiosa muestra las fotos que ilustran tu texto. No conocía estos rincones de "literatura urbana". Me encantó sobre todo la de los versos de Juan Ramón Jiménez. Ojalá que esto se repitiera con más frecuencia en nuestras ciudades y pueblos.
Saludos cordiales.
Mi satisfacción, estimada Luisa, es el fruto de la tuya (me atrevo al tuteo). Creo que sabes por experiencia la emoción que produce cuando unas palabras tuyas anidan en la memoria de otro. Lo habrás comprobado decenas de veces cuando escribes y cuando hablas a tus alumnos. Es el prodigio del lenguaje y la comunicación.
¿Por qué no propones a tus alumnos el curso próximo leer juntos y seleccionar algunos textos literarios e inscribirlos luego en las paredes del colegio o en los muros libres de los alrededores?
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