En una inolvidable exposición de la artista-escritora-fotógrafa-cineasta Sophie Calle, cuya fecundísima imaginación colma su trabajo con la cualidad que toda obra artística debería poseer: crear historias que permitan observar la vida de un modo nuevo, había una sección especialmente sorprendente. Se titulaba Los ciegos y estaba armada alrededor de una idea sencilla y a la vez perturbadora. Sophie Calle había preguntado a personas ciegas de nacimiento cuál era su imagen de la belleza y luego había colocado las respuestas junto a un retrato del protagonista y una fotografía de la persona o espacio al que se referían. El resultado era conmovedor. El espectador descubría qué bulle en el cerebro de una persona que nunca ha contemplado el mundo, cómo construye sus referencias conceptuales, de qué modo organiza sus relaciones con el entorno. Conocía además que las palabras funcionan de un modo distinto según se usen o no los ojos para conocer la realidad. Una de las respuestas que más me impresionó fue ésta:
"Cuando me dicen que un hombre es rubio y tiene los ojos azules, pienso que tiene que ser guapo. Pienso que los rubios son guapos. Quizá porque hay pocos. Y la palabra 'azul', con sólo decirla, ya es hermosa. Me han dicho que mi marido es guapo. Eso espero. Y me han dicho que, en la Costa Azul, las montañas se reflejan en el mar y los paisajes se mezclan. Debe ser hermoso."
En boca de una mujer que no había conocido la luz, las palabras 'azul', 'rubio', 'mezcla' o 'guapo' adquirían de pronto una connotación inesperada, inaugural.
Me he acordado de Sophie Calle y de las respuestas de sus interlocutores ciegos al leer el libro (¿álbum? ¿cuento? ¿historieta? ¿poema?) de Jimmy Liao El sonido de los colores.
La protagonista es una joven que ha perdido la vista y en un momento determinado se desafía a transitar sola por el metro. Su invencible instinto le ayuda a guiarse por las amenazantes galerías subterráneas mientras tantea el mundo con su bastón blanco. Lo que Jimmy Liao nos regala es el deslumbrante color de la imaginación de esa adolescente solitaria que, mientras camina, va meditando, evocando, fantaseando y sintiendo con un estoicismo agradecido y valeroso. En su mente se suceden recuerdos de la infancia, imágenes de cuentos escuchados y leídos, emociones antiguas y recientes, ruidos y olores reconocibles o completamente nuevos, deseos y esperanzas incólumes. Son esas percepciones de la joven ciega lo que el autor percibe tras las sombras y las ilumina con un amor contagioso. Abrimos una página y nos sorprenden las radiantes tonalidades de un sueño tranquilizador, y en la siguiente nos golpea la neblinosa estampa de un instante de llanto y rabia de la protagonista, y en otra más adelante es la geométrica ilustración de la soledad lo que estalla ante nuestros ojos fascinados.
El libro entrevera a partes iguales inventiva, afecto y poesía. Uno presiente que la adolescente ciega de la que habla Jimmy Liao puede ser el reflejo de cualquiera de nosotros, de las inseguridades, ofuscaciones, anhelos y fantasías que nos acompañan y nos definen. No puedo evitar leer-mirar la descripción de la luminosa oscuridad de la protagonista sin sentirme interpelado, sin dejar de pensar en los sombríos laberintos de nuestra mente.
(El sonido de los colores ha sido publicado por Bárbara Fiore Editora)
27 de agosto de 2008
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2 comentarios:
Hola, Juan:
Hermoso texto. Me ha emocionado lo que cuentas sobre la exposición de Sophie Calle "Los ciegos".
Sobre el libro (álbum ilustrado)con el que lo relacionas, "El sonido de los colores", te diré que hoy mismo entré en la web de Bárbara Fiore Editora (a través de otro blog) para ver las nuevas publicaciones. Después de leer tu texto, he vuelto a visitar la página, he leído la sinopsis y la crítica del libro y visto alguna de sus ilustraciones. No me cabe duda de que es una edición muy bella de un libro excepcional. Espero poder leerlo y presentarlo a los pequeños lectores para que disfruten con él.
Un saludo agradecido.
A mí me conmovió igualmente leer las palabras de los ciegos sobre la belleza. Me hicieron "mirar" la realidad de otra manera. He aquí otro testimonio (terrible en este caso): "De la belleza he hecho mi duelo. No tengo ninguna necesidad de imágenes en el cerebro. Como no puedo apreciar la belleza, siempre he huido de ella".
Estoy seguro de que te gustará leer y mirar el libro de Jimmy Liao. Él habla de la belleza que sí hay en el cerebro de su protagonista.
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