No suele apreciarse la voluntad filosófica de los niños. La consideración más vulgar de la infancia tiende a considerarla como una etapa ingenua y ensimismada, cuyas mayores virtudes son la felicidad y la inocencia, que van perdiéndose conforme pasan los días y se dejan atrás los juegos, los compañeros, los asombros. La melancolía decepcionada de los adultos tiende a creer que en sus vidas hubo un pasado puro y despreocupado, perfecto, del que fueron expulsados injustamente. La infancia suele ser vista como un paraíso del que uno se aleja o es desterrado. Los deseos, sin embargo, suelen enmascarar o desvirtuar la memoria. Porque lo cierto es que la infancia es también una época de incertidumbres, miedos, desengaños y tristezas, que se soportan y se vencen como cada cual puede. Basta, eso sí, un momento de vehemente alegría para compensar las muchas decepciones que abruman a diario a los niños.
La infancia es asimismo una época de preguntas, tal vez el tiempo en el que son más intensas y más persistentes. Los porqués de los niños no son una expresión de simplicidad o empecinamiento, sino la muestra de una invencible curiosidad hacia el mundo y el comportamiento humano. Quieren saber qué es lo que hace que el universo sea como es y los artefactos funcionen como lo hacen, sienten verdaderos deseos de conocer el significado de las palabras y la razón de las normas y las conductas, porque todo para ellos es nuevo, apasionante. En sentido estricto, se comportan como genuinos filósofos y científicos. Únicamente la ceguera y la arrogancia de los adultos impiden entender la infancia como la época de la suprema curiosidad.
La literatura infantil y juvenil tiene en cuenta a veces esa realidad y afronta directamente, sin temor, algunas de las cuestiones que, desde hace siglos, son patrimonio de la filosofía. Quiero hacerme eco de dos libros que, cada cual a su manera, dan que pensar, es decir, ofrecen oportunidades para razonar y conversar. El primero, y pues hablamos de interrogaciones, es La gran pregunta, escrito e ilustrado por Wolf Erlbruch.
Para Erlbruch, como para millones de personas, la pregunta capital es la que afecta a nuestra propia existencia, a nuestro papel en el mundo, al sentido de nuestra experiencia. ¿Qué respuesta dar a esa pregunta? Tantas quizá como personas. Pero son justamente las tentativas de respuesta las que otorgan significado a la vida. En el libro, cada personaje ofrece un argumento a ese niño que interroga, y es esa pluralidad de razones lo que afina y ensancha el pensamiento del lector. Las transparentes y sugestivas imágenes que lo ilustran no hacen más que acrecentar su valor.
Quienes piensen que los niños son incapaces de plantearse esa pregunta, y por supuesto de dar una respuesta, deberían pensar cuál es el significado de sus continuos porqués acerca del nacimiento, la muerte, la violencia o el día y la noche. No hay más que escucharlos seria y atentamente para darse cuenta de sus peculiares inquietudes, de sus profundos y emocionantes razonamientos. Un libro de reciente publicación (gracias Ricardo, gracias Pepa, por descubrírmelo) quiere diversificar las preguntas y enfrentar a los lectores con algunos de los contrarios filosóficos con los que los seres humanos vienen reflexionando desde hace milenios: razón y pasión, ser y apariencia, yo y el otro, cuerpo y mente, causa y efecto...
El libro, en cuyos textos (obra de Oscar Brenifier) resuenan las voces de los antiguos filósofos y cuyas expresivas imágenes (obra de Jacques Després) hacen contemporáneas las viejas indagaciones, bien podría servir como un manual para jóvenes filósofos. El conocimiento no es algo inerte ni es patrimonio de especialistas. Es necesario que salga al encuentro de los que aún no recelan de las cuestiones enigmáticas y peliagudas. La mera incitación a pensar es ya una cuestión filosófica y justifica con creces el compromiso de preguntar.
19 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Ay, ke lindo este libro del "ni sí ni no" justamente lo hojeamos con Luca en una librería de Toulouse hace poquito... es fantástico!! Recuerdo sobretodo la doble página acerca de razón/corazón con un niño saltando en paracaídas de un avión... Creo que con este libro se pueden plantear "asambleas" muy interesantes en la escuela infantil...
Espero que todo vaya bien en el sur... Os mando abrazos empapados de nieve!!!
Peru
La verdad, Peru, es que los desafíos intelectivos y emocionales presentes en ese libro sirven para todas las edades. ¿No crees que en una 'asamblea' de jóvenes amigos provocaría una muy intensa conversación si se planteara el dilema entre razón y corazón al que aludes? Lo más interesante del libro, en efecto, es la posibilidad y la valentía de plantearlo a los más pequeños.
En estos días, este sur, como podrás imaginar, también está muy nevado, lo que no impide que los abrazos que aquí se dan y se reciben sean muy cálidos. Te envío uno de ellos.
¿Nos hablarás, algún día, de "Noche de tormenta", de Michèle Lemieux?
Espero que sí... :-)
Feliz año nuevo desde una Barcelona con 0 copos de nieve (de momento...)
Nada más leer tu comentario, querida Sfer, saqué del estante 'Noche de tormenta' y lo releí. Y de pronto me dije: ¿cómo no se me ocurrió relacionarlo con los otros dos? Un olvido lamentable que, afortunadamente, una lectora tan sutil como tú ha remediado.
He dejado dicho en muchos sitios que el pensamiento propio prospera por lo general en diálogo con los demás, bien a través de la lectura o de la conversación personal, y que muchas veces es el desafío de los otros lo que hace que las ideas propias adquieran cuerpo (o palabra, para ser más exactos). De nuevo, es una pregunta tuya, Sfer, lo que me impulsa a pensar y a comprometerme. Sí, claro está, escribiré próximamente sobre el hermosísimo libro de Michèle Lemieux.
Pero debo decir al mismo tiempo que la mención que haces al libro es de por sí una invitación a leerlo, si necesidad de que alguien como yo lo recomiende. Tus opiniones tienen mucha credibilidad. Ya lo sabes.
Estoy seguro de que el año 2009 va a ser para ti pródigo en venturas y aventuras lectoras. Y que todos seremos los beneficiados. Gracias anticipadas de un lector.
Publicar un comentario