Conocimos a Alicia Relinque en Beijing, hace más de dos décadas, cuando ella estudiaba lengua china en la Universidad de Beijing y yo impartía clases de lengua y literatura españolas en la misma universidad. Desde entonces hasta ahora, en que aquella aplicadísima investigadora ya es profesora de la Universidad de Granada, hemos mantenido una amistad ininterrumpida y repleta de afectos mutuos.
No sé si seré capaz de hacerles ver la magnitud de su trabajo, pero piensen que se trata de traducir una obra escrita a principios del siglo XVII, en la lengua de entonces, diferente a la actual, como ocurre con el castellano de El Quijote (novela contemporánea de Jin Ping Mei, por cierto) con respecto al de hoy, pero acentuada la dificultad si se tiene en cuenta que el chino no es una lengua alfabética sino ideográfica, es decir, que las palabras no son el resultado de la combinación de unas decenas de letras, como ocurre con la mayoría de las lenguas occidentales, sino que cada carácter de la escritura china representa un concepto, lo que en la práctica significa que es preciso conocer miles de caracteres para entender correctamente un texto. Da una dimensión exacta de la proeza saber que parte de los caracteres utilizados en aquel tiempo no son de uso corriente (piénsese, en nuestro caso, en palabras tales como fementido, omecillo o corcovo, tan cervantinas y sin embargo tan incomprensibles hoy) y que muchos otros caracteres han sido simplificados. Compárense, a título de ejemplo, los caracteres antiguo y moderno para el mismo concepto, amor:
Pues bien, durante cuatro años, Alicia Relinque ha estado entregada a la traducción de tan magna obra, calificativo nada convencional, pues la edición original de Jin Ping Mei consta de unas 1600 páginas de texto (la edición española, en dos volúmenes, alcanzará un total de 2200 páginas), lo que supone aproximadamente un millón de caracteres, muchos de los cuales exigen horas y horas de estudio, de lectura atenta de artículos científicos, para desentrañar su significado. Pueden entender entonces que traducir algunas frases puede llevar días, pues otra de las grandes dificultades de la traducción ha sido la necesidad de verter al castellano los registros lingüísticos de los distintos personajes, con sus particularísimas formas de hablar (no se olvide que muchos de ellos son prostitutas y putañeros, a los que no se les puede hacer hablar en castellano como si fueran miembros de la alta sociedad literaria). Un trabajo, como digo, colosal y admirable.
Imágenes facsimilares de Jin Ping Mei
Compañeras de ese momento feliz, que en realidad era un pretexto para la celebración, fueron Isabel Cervera, una de las más relevantes expertas españolas en arte oriental, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, y Andrea Villarrubia, profesora del IES Ilíberis de Atarfe, Granada, de la que ya conocen los lectores de este blog algunas de sus iniciativas en torno a la lectura. Los cuatro coincidimos en Beijing en un año que será recordado por la trágica matanza de estudiantes en la Plaza de Tiananmen.
Andrea, Isabel y Alicia
Comer, beber, reír, recordar... Y ahora leer serenamente. En fin, las elementales alegrías de la vida.
5 comentarios:
Que vida tan apasionante tiene que ser la suya. Le felicito.
Habrá que leer el libro traducido por la Sra. Alicia Relinque, chico trabajo ha tenido. Saludos.
Cada día valoro más el trabajo de los traductores -a veces muy olvidado. Por otro lado, el libro me había llamado la atención cuando lo ví en la librería. Después de leer esta entrada, creo que no voy a poder resistirme a su lectura.
La semana pasada estuve ojeando "Flor de Ciruelo en Vasito de Oro. El libro de Primaveras y Veranos" y ahora con esta presentación de tu parte,... algo me dice que en las vacaciones me entregaré a la literatura tradicional china.
Gracias por tan estupenda recomendación.
Un abrazo.
Alguna vez leí que Vargas Llosa, Hablando sobre Kawabata, mencionaba el gran peso que se perdía en la traducción de los ideogramas japoneses a una lengua como el español. Me ha interesado el dato que has dado sobre este libro, definitivamente lo buscaré... ¡Saludos!
Nieves, la vida apasionante puede suceder cada día entre cuatro paredes. No es necesario viajar miles de kilómetros para encontrarla. En cualquier caso, le agradezco el comentario. Y sí, Alicia Relinque ha hecho un magnífico trabajo.
Lammermoor, gracias al muy meritorio trabajo de los traductores podemos conocer a autores que de otro modo quedarían invisibles. Nuestro reconocimiento debe ser incondicional y permanente. Y deberíamos exigir buenos emolumentos para ellos.
Mateo, el conocimiento de la literatura clásica oriental es una de las carencias que tenemos muchos occidentales. Trabajos como el de Alicia Relinque ayudan a remediarlas.
Maya, las traducciones nunca pueden trasladar con exactitud a otra lengua el texto original. El problema se agrava, en efecto, con las escrituras ideográficas. Perdemos mucho, es cierto, pero es mucho también lo que ganamos con cualquier traducción.
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