2 de abril de 2009

Gran Pinocho

Pinocho es uno de esos afortunados personajes literarios cuya significación ha traspasado los límites de las páginas del libro y ha colonizado el lenguaje común y las representaciones sociales, que es el privilegio de las grandes obras literarias. La imagen creada por Carlo Collodi, un muñeco de madera al que le crece la nariz a causa de sus mentiras, es tan sorprendente, tan poderosa, que aunque tuvo su origen en un modesto cuento para niños hoy es ya inseparable de los modos en que acostumbran a pensar millones de personas en todo el mundo.




Cuento todo esto a propósito de la inauguración hace unos días, en la localidad italiana de Collodi, de la estatua de Pinocho más alta jamás realizada. Está situada junto al parque que lleva su nombre y ha sido realizada por los carpinteros del Atelier Volet del pueblo suizo de Saint Legier.

Y doy cuenta de ello tal día como hoy, que, como saben, se festeja en todo el mundo el Día Internacional del Libro Infantil, promovido desde 1967 por el Ibby (International Board on Books for Young People).

Leer un álbum ilustrado o un libro de literatura infantil sería, por supuesto, la mejor manera de celebrarlo.

6 comentarios:

José Manuel Ruiz Martínez dijo...

Aún puedo evocar mi lectura de Pinocho (al que no he vuelto) como una experiencia intensa y magnífica. No obstante, mi recuerdo es el de una novela con pasajes oscuros por no decir abiertamente sniestros... Al igual que en Alicia y obras similares, la historia infantil contiene un trasfondo inquietantemente violento y adulto. En cualquier caso, como toda gran obra, era tal su poder de evocación que todavía hoy, tantos años después, recuerdo sesaciones como la asfixia durante el ahorcamiento del protagonista, o incluso el sabor de la piel de manzana que en un primer momento Pinocho se niega a tomar, a pesar del hambre. Me parece una estupenda lectura de transición (por los citados pasajes oscuros) para quien está dejando de ser un niño y busca emociones más fuertes, sin por ello haber perdido aún el gusto por lo maravilloso.

estrella polar dijo...

Alberto Manguel tiene un estupendo artículo llamado "Cómo Pinocho aprendió a leer" en el libro editado por Fundación Germán Sanchez Ruiperez, "Vicios solitarios:lecturas, relecturas y otras cuestiones éticas"
Algunos apuntes de la riqueza del artículo: Pinocho como una aventura de aprendizaje; entre el ser como los otros o descubrir quien soy; el papel de la escuela en el enseañar a decodificar o a leer el mundo; paradojas del enseñar: o reproducir lo establecido o liberar el pensamiento....Y muchos temas más alrededor de Pinocho... termina: ..."cada crisis de la sociedad es, en definitiva, una crisis de la imaginación" Supongo que lo conocerás a mi me llena de ideas y de luz estelar. Besos a todos.

Juan Mata dijo...

Pienso, estimado José Manuel, que son justamente esas zonas de sombra que la literatura destinada a los niños y los jóvenes posee las que crean la fascinación. ¿Y de qué otra manera podrían los lectores principiantes acceder a los territorios de la crueldad o la mentira o el dolor si no fuese a través de personajes como Pinocho o Peter Pan o Alicia o Jim Hawkins? Es eso lo que, como tan bien testimonias, deja una huella emocional imperecedera en los lectores jóvenes. Lo importante, y de eso sabes mucho, es lograr que no se degrade con los años la pureza de ese estremecimiento lector.

Juan Mata dijo...

Haces bien, estimada Estrella, en recomendar ese libro. Los artículos de Alberto Manguel recogidos en él estimulan seriamente el pensamiento. ¡Sabe tanto, ha leído tanto y escribe tan bien que leerlo es siempre un placer! Las "Notas para definir al lector ideal" que abren el libro me gustan especialmente.

Fete dijo...

hola!!!! pase por aqui, pasare y repasare mas veces, muy interesante... Ademas de Pinocho, mi libro de cabecera sigue siendo El principito ... cosas de la infancia que tan a menudo nos olvidamos de ella.Saludos.

discreto lector dijo...

Gracias, Fete, por pasar, detenerte y conversar. Tanto Pinocho como El principito son de esos portentos literarios que, aun cuando estaban destinados inicialmente a niños, han cautivado a generaciones de lectores adultos. Ambos nos ofrecen belleza, pensamiento y emoción. ¡Qué más podemos pedir! Saludos.