10 de septiembre de 2008

Imágenes de la lectura

No sólo los sociólogos o los filósofos o los críticos literarios crean brillantes metáforas de la lectura, también lo hacen los ilustradores, los fotógrafos o los pintores. Muy a menudo, sus imágenes resultan más iluminadoras y significativas que las elaboradas por las palabras. He aquí tres ejemplos.

El primero es del ilustrador Quint Buchholz, quien hace poco más de una década ideó un conjunto de imágenes en torno al libro y al acto de leer que, a mi juicio, poseen un tal poder de evocación que al contemplarlas sientes de inmediato la necesidad de adjuntarles una historia, de escribir las sensaciones que provocan en ti. Eso es lo que pensó su editor nada más verlas. Envió una imagen diferente a 46 escritores de todo el mundo a fin de que le pusieran palabras, de que revelaran la historia escondida en ellas. El resultado fue El Libro de los Libros, un conjunto de 47 estampas, incluyendo la de la portada, y otros tantos textos literarios cuya lectura, la verdad, decepciona un poco. Pocos de ellos están a la altura poética de las ilustraciones de Buchholz. Parecen escritos a vuelapluma, casi por compromiso, sin aliento. No importa. Lo relevante son las ilustraciones, cuya contemplación constituye siempre un renovado placer, un estímulo constante para la imaginación.


El segundo ejemplo es del fotógrafo y diseñador gráfico búlgaro Mladen Penev. La serie que con el título de The power of books realizó hace unos años siguen teniendo un poder extremo de fascinación. Pocas metáforas sobre la lectura tan sorprendentes, tan reveladoras, tan reconocibles. Con una fuerza visual deslumbrante, las imágenes de Penev ilustran las diversas emociones que procura la lectura, desde el impacto brutal de un pensamiento heterodoxo o la descripción de un crimen a la levedad poética de una oda o el relato de un enamoramiento.

El tercero, finalmente, es del ilustrador suizo Jörg Müller, autor de admirables álbumes ilustrados, a uno de los cuales quiero ahora referirme. Se titula El libro en el libro en el libro y muestra con extraordinaria agudeza la entrada del lector en el libro, en este caso de modo físico, pues el niño protagonista atraviesa las páginas del que le acaban de regalar, desde la portada hasta el origen del mismo, es decir, hasta la mano del escritor-ilustrador que lo está confeccionando, con la intención de desvelar el misterio de un dibujo cuyas figuras no encajan del todo con el significado del libro, al menos con el significado que él le da con su lectura. El protagonista regresa más tarde a la realidad más satisfecho, más confiado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nosotros hemos trabajado mucho con
" El libro de los libros",pues para crear historias es fantástico.

También hay otro libro o álbum ilustrado muy bueno y que os lo recomendamos "Los misterios del señor Burdick" de Chris Van Allsburg.

Aletheya

Juan Mata dijo...

Es cierto, estimados amigos de Aletheya, que el libro de Buchholz es extraordinario para estimular la creación de historias. Conozco incluso una experiencia hecha en la Escuela Infantil "Aire libre" de Alicante con los alumnos de cinco años. El resultado es asombroso.

Y coincido de nuevo con vosotros en el elogio de "Los misterios del señor Burdick".

Como siempre, gracias y ánimo.

CMN dijo...

En primer lugar decirte que me parecen muy interesantes tus entradas En 'Discreto lector'. Por tanto te enlazo en 'Fotografías en la pared' y en segundo lugar, opino como tú, me encanta Quint Buchholz, nunca se había dado en el caso de la pintura, cuadros que reflejasen tan bien los sentimientos que albergan los libros, y la lectura en si.

Juan Mata dijo...

Estimada María, la común admiración hacia Quint Buchholz me ha permitido conocerte y conocer tu blog y tus libros. Como siempre ocurre en estos casos, trataré de conseguir alguno y leerlo. Me ha interesado de entrada 'El peligro de releer'. Pienso que encontraré en él ideas interesantes. En cualquier caso, tu blog merece ser leído con atención. Felicitaciones.

Gracias, por supuesto, por tus palabras.