"Así pues, la narrativa de ficción no es una capacidad que surja únicamente de los tipos de no ficción que describen y comunican hechos, sino que es una ramificación que existía de modo adaptativo en las primeras fases de la mente humana. Si lo comparamos con toda la historia humana, uno de los pasos más significativos de la evolución de la mente fue el procesamiento de información sofisticada de naturaleza no fáctica. Dicho de otro modo, la capacidad de los seres humanos de ir más allá de sí mismos representando en sus mentes acontecimientos posibles pero no existentes: situaciones que fueron ciertas en el pasado o no son ciertas en el presente o son posibles en el valle de al lado o podrían suceder en el próximo invierno. Como es evidente, esta facultad de razonamiento práctico imaginativo tenía un inmenso valor de supervivencia en el entorno ancestral, y permitía a los grupos de cazadores-recolectores especialmente hábiles en este sentido explorar oportunidades, enfrentarse a amenazas y superar a grupos e individuos menos precisos e imaginativos. Las historias de ficción, que con toda probabilidad aparecieron después, no funcionan al margen de esta facultad, sino que suponen una mejora y una extensión del pensamiento contrafáctico para adentrarse en más mundos posibles. Éstos deben ofrecer más posibilidades de las que toda la experiencia vital podría dar a una sola persona. A esta capacidad de pensar en contra de los datos fácticos, el razonamiento basado en casos concretos añade una capacidad para interpretar y, por tanto, adquirir conocimientos, pues consiste en usar analogías e identificar discrepancias en situaciones altamente complejas que se abordan en la realidad y se contemplan en la imaginación.
Antes he insistido en la capacidad espontánea de los niños pequeños para clasificar datos en función de si éstos pertenecen a algún mundo ficticio o bien al mundo real, así como a la posibilidad de cruzar en su imaginación de un mundo a otro sin confundirse. Una vez más, se trata de una facultad humana fundamental que posee un valor decisivo para la supervivencia: una especie imaginativa cuyos miembros no pudieran distinguir a un tigre en un bosque de soñar de día con un tigre en el bosque tendría una clara desventaja competitiva. Pero una manifiesta capacidad evolucionada para discernir entre los aspectos verdaderos o válidos de un mundo concreto y los que pertenecen al ámbito de la fantasía no significa que todo lo que forme parte de un mundo fantástico sea un hecho fantasioso. Del mismo modo que el servicio de té de nuestro ejemplo anterior obedece a las mismas leyes de la gravedad que el té de verdad, los hechos y la información básica de las ficciones pueden servirnos para vivir en el mundo de verdad. La capacidad de transmitir hechos precisos y enseñar lecciones vitales es una característica ancestral de la ficción y una parte muy apreciada de su importancia adaptativa."
Las esclarecedoras palabras precedentes están extraídas del libro El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana, publicado hace unos meses por la editorial Paidós, y su autor es Denis Dutton, profesor de la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda. Su especialidad es la Filosofía del Arte y ha sido además fundador de la revista Philosophy and Literature, así como de la web Arts & Letters Daily.
Denis Dutton forma parte de una corriente de la crítica literaria denominada en inglés Darwinian Literary Studies o, dicho de un modo más conciso, 'darwinismo literario'. La idea dominante de ese movimiento es entender la literatura como un producto fundamental de la evolución, como algo consustancial por tanto a la naturaleza humana. Su inspiración procede de los textos científicos, más concretamente de las informaciones que aportan la biología y la psicología evolucionistas. Me produce un enorme gozo intelectual comprobar cómo se va demostrando que lo todavía considerado una experiencia irrelevante, leer o contemplar ficciones, resulta ser un rasgo esencial de la humanidad, una necesidad ancestral.
11 de julio de 2010
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2 comentarios:
Estimado Juan Matta, he ido recopilando actividades realizadas con los chicos entre 12 y 18 años, en mis clases de literatura y cada vez fortalezco más mi convicción de que las obras literarias sirven para el abordaje de muchas problemáticas de nuestros estudiantes, y por ende de la persona en sí. Sus comentarios siempre me acercan algún texto o algún autor que enriquecen el espectro de mi trabajo. Muchas gracias, una vez más. Y ya son...=)
Mic, estimo muchísimo esa clase de materiales. Son de una utilidad extraordinaria. Entiendo perfectamente lo que dices. Sé que si se hacen bien las cosas, la literatura descubre a los lectores rasgos desconocidos de si mismos y les hace hablar de un modo transparente. Ojalá algún día pudiera leerlos. Felicitaciones por tu trabajo.
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