Y pues hablamos de ojos en la anterior entrada, quisiera mostrarles otros que me siguen admirando.
Los primeros son los de una joven que escucha atenta una lectura, probablemente hecha por su madre. Lo que muestro es un fragmento del cuadro Jungle Tales, cuyo autor es James J. Shannon. Aquí pueden ver el cuadro completo.
Si observan con atención, en los ojos de la niña que mira de frente están condensados todo el asombro, toda la sorpresa, toda la fascinación que las palabras de la literatura pueden provocar. No hay duda: los relatos hechizan, sobrecogen, dilatan la mirada.
La fotografía que sigue es del célebre fotógrafo y cineasta José Val del Omar y fue tomada en algún pueblo de la comarca granadina de La Alpujarra, entre 1931 y 1933, en los años en que Val del Omar documentaba los trabajos de las Misiones Pedagógicas, que como saben ustedes fue el intento más audaz de los gobiernos de la República Española por extender la cultura a los lugares más recónditos, más olvidados de España. La fotografía recoge el momento en que dos chicos del lugar descubren el cine. Están viendo por primera vez en sus vidas una película, algo que ignoraban incluso que existiera. Pienso que pocas veces nos es dada la posibilidad de contemplar el instante del estupor, de la incredulidad, del deslumbramiento ante lo que está sucediendo.
Y esa mirada estupefacta no sólo es patrimonio de la infancia. Fíjense en los rostros de los adultos y también la encontrarán. Las fotografías son del mismo autor y del mismo acto.
Como observarán, entre esas miradas antiguas y las de los niños de hoy apenas hay diferencias. Pasan los años, pero la emoción del descubrimiento que propician las palabras o las imágenes se mantiene intacta.
20 de febrero de 2010
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6 comentarios:
Después de leer tu entrada del martes, me estuve fijando especialemente en los ojos de los niños, durante unas sesiones de cuentacuentos con libros móviles que hemos preparado.
Hoy, al volver a leer otra entrada dedicada a ojos admirables, he recordado las miradas fascinadas que he podido volver a observar y a fotografíar esta semana.
Gracias por compartir tus reflexiones.
P.D. Ha sido para mi una gran satisfacción encontrarte a mi lado en la Revista de Literatura dedicada a la poesía.
Ultimamenten me fallan las palabra, lo que es raro. Solo puedo decir ¡Preciosa entrada!
Qué pena que en esta sociedad saturada de emociones, colores, imágenes, sonidos, letras, haya cada vez menos tiempo para el asombro puro y la fascinación del descubrimiento.
(Vaya, parece que después de todo si tenía palabras)
Es la fascinación absoluta de esa mirada a la que aspiramos todos los que intentamos transmitir el amor por la lectura.
Juan, hola! disculpa que te escriba por esta vía pero es que te he enviado varios correos y no he recibido confirmación...ya están en tu buzón de correos ( el personal y el del blog) los finalistas del Concurso Anual de Cuento Breve y Poesía de La Librería Mediática, para la puntuación de tu parte y el reenvío a nosotros antes del 15/3...puedes confirmarme si recibiste la lista? mil gracias...
Como muy bien dices, el asombro no es sólo patrimonio de la infancia, sino de todos los hombres. Pero esas miradas infantiles tienen un encanto y una ternura especial, porque es el asombro de una vida que se estrena: un asombro primigenio.
Bonita entrada, Juan.
Un saludo.
Evaristo, para mí ha sido asimismo una grata sorpresa encontrarte como vecino en la revista. Es muy satisfactorio tener tantas afinidades y profesar un mismo amor por la poesía. Vuestra experiencia merece toda clase de parabienes.
Lammermoor, siempre tienes palabras y siempre además muy emotivas y muy sinceras.
Anónimo lector/lectora, en efecto no defraudar a esas miradas fascinadas debería ser el estímulo básico para quienes aman y defienden la lectura.
Marialcira, seguimos en contacto por la vía habitual.
Profe, ojalá no frustráramos nunca el sentido profundo de la mirada infantil. Ojalá la fascinación y el entusiasmo no nos abandonaran jamás.
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