3 de septiembre de 2009

Léeme las letras

Una madre amiga, que aprecia la inteligencia y la fascinación de los niños pequeños ante la escritura, y a quien agradezco de corazón el gesto, me envía una carta narrando algunos comentarios recientes de su hija, de dos años y medio, a propósito de las 'letras'.

Reproduzco aquí un fragmento de la carta:

Ya te comenté que a su corta edad mi hija es toda una lectora y no hay día que pase sin que leamos varios libros en casa. Este verano hemos disfrutado del mar, de leer libros nuestros y de la biblioteca del pueblo.

También hemos hecho alguna visita al médico y en distintos momentos recogí lo que ella decía para hacértelo llegar. Creo que vas a disfrutar con estas frases tan cortas:

1. Estamos en la playa, mi hija saca mi libro de lectura del bolso, me lo da y me dice: "Léeme". Yo le contesto: "Es que este libro es mío. Y no tiene dibujos". Ella no se queda conforme, se sienta en mi regazo, lo abre y me indica: "Léeme. Léeme las letras".

Juan, me quedé asombrada. ¿Cómo sabía ella tanto de letras y yo no me había dado cuenta? Le leí varios párrafos, claro que le leí. Y ella permaneció atenta, no sé si a mi voz o a lo que estaba escuchando.

Algo parecido pensé el día que llega una amiga y coloca su sombrilla al lado de la nuestra (era una sombrilla de propaganda de una conocida marca de cerveza, distinta a la que traía habitualmente). Se queda muy seria mirándola y nos dice: "La sombrilla de Montse tiene letras... Pero la mía no". Siempre he pensado que una letra o un grupo de letras no tienen ningún significado para niños tan pequeños y por eso usamos tantas imágenes y tantos símbolos en estas edades. No sé si estar acostumbrada a verlas ha hecho que para mi hija sea algo tan cercano como pueden ser un cubo o una pala en su entorno. Ya hablaremos de esto...

2. Días más tarde acudimos a urgencias de madrugada, mi hija tiene mucha fiebre y está adormilada. La atienden. Yo la sujeto en brazos mientras la pediatra consulta el vademécum. Al dejarlo sobre la mesa, mi hija se espabila y añade ilusionada: "Mira... ¡tiene un cuento!".

Son simples anécdotas que han ocurrido en el último mes y medio, pero a mí me han emocionado".

¿Y a quién no emocionan esos comentarios de una niña de dos años y medio? Qué maravilla. En ellos está el pensamiento infantil en estado puro. Y es algo que podría manifestar cualquier niño... siempre que se criara en las mismas condiciones de estímulo y reconocimiento que la hija de mi amiga. Porque sus ideas y sus hipótesis han nacido en un contexto familiar que las promueve y valora. Leerles a los niños, hablar con ellos sobre las lecturas y responder a sus preguntas: eso es todo. Su extraordinaria inteligencia hace el resto.

Extender y afirmar esos ambientes favorables a la alfabetización sigue siendo el principal reto social y educativo de nuestros días. ¡Ay! Cuánto queda por hacer.

14 comentarios:

rubén m. dijo...

Deliciosa anécdota, y sí, sí que queda por hacer, tanto que asusta porque parece que se nos escapa de las manos. Pero para eso estamos...

un abrazo

LUISA M. dijo...

¡Qué bonita y qué tierna esta historia que nos cuentas, Juan!
Gracias por compartirla con tus lectores.
Es fantástico ese interés por los libros y por "las letras" en una niña tan pequeña. ¡Ojalá siga cuando crezca con ese entusiasmo hacia la lectura!
Saludos.

maría dijo...

Me has hecho recordar a mi hija. A sus dos años, nos mudamos a una nueva casa. Al lado había un negocio que se llamaba Osvaldo y tenía el nombre pintado en la cortina de metal con letras enormes. Pauli estaba fascinada con las O que eran de su tamaño y por supuesto fue la segunda letra que reconocía en todos lados. La primera su "P" que buscaba en el teclado de la compu.
Un abrazo a tí y a Luisa que reencuentro por aquí; estos mágicos espacios.
María

Memes dijo...

Qué bonito juego de descubrimientos: el de la niña ante ese mundo tan apabuyante de las letras, y el de la madre y su entusiasmo y admiración... y la "guinda": compartirlo...


Comienza el Curso y siento un cierto privilegio al adentrarme de nuevo en ese fascinante mundo en el que poder contribuir a ese honroso quehacer...

¡Feliz vuelta al cole, Juan y demás personas cercanas! Memes

discreto lector dijo...

Es verdad, Rubén, que ese 'lo que queda por hacer' abruma pero también estimula. Como profesores, no podemos asumir toda la responsabilidad del aprendizaje de los alumnos, pero nuestra contribución puede ser determinante a la hora de compensar las carencias del hogar. Para eso estamos, en efecto.

Uno siempre confía, Luisa, en que la curiosidad y el afán de la infancia nunca se pierdan. Estoy seguro de que muchas veces te habrás preguntado qué hacemos o qué no hacemos para que esa energía inicial vaya atrofiándose poco a poco. Es una pregunta necesaria para la que no hay, sin embargo, respuestas simples.

Lo que cuentas de tu hija, Mic-Maria, confirma lo que venimos diciendo. Los niños sienten, desde muy pequeños, una extraordinaria fascinación por las formas y el funcionamiento de las letras. A desvelar esos misterios dedican muchas horas de su vida y por eso debemos ayudarles a resolver sus dudas y a confirmar o corregir sus hipótesis. Son pensadores muy activos. En el caso de Paula, la P inicial de su nombre, cómo no, y la O rotunda y armoniosa de Osvaldo la ayudaron a entrar en el laberinto del alfabeto. Y luego es seguro que la mano de la mamá la guió con afecto y tino.

Sí, Memes, es hermosa esa imagen de la madre y la hija descubriendo y descubriéndose a la par. Tu trabajo con niños de esa edad te ha dado mil oportunidades de comprobar su talento y de satisfacer sus curiosidades. Sabes de lo que estamos hablando. Puedes sentirte privilegiada por el trabajo que realizas y también orgullosa, porque lo haces muy bien. Feliz regreso a la escuela.

Fete dijo...

me encantan las ocurrencias de estos "locos bajitos" un blog encomiable, sigue asi.
Un fortisimo abrazo y un saludo

Marialcira Matute dijo...

Estas historias hacen que celebremos la belleza de los detalles sencillos, como este blog, como esta niña, como esta madre...

discreto lector dijo...

Sí, Fete, son pasmosas las ocurrencias de los niños. Detrás de ellas siempre hay una gran inteligencia y una incansable curiosidad. Deberíamos juzgarlas como la expresión de un modo de razonamiento lógico y profundo.

Hay un verso, Marialcira, de un poeta español, José Hierro, que dice "tarde se aprende lo sencillo". Es verdad, no es fácil el aprendizaje, pero cuando se logra hay que celebrarlo, en efecto, como una de las mayores conquistas de la vida.

Anónimo dijo...

maravillosa anécdota...

discreto lector dijo...

A mí me siguen maravillando esas observaciones infantiles, Ale/Bibliobulímica. Son tan profundas, tan talentosas, tan esperanzadoras...

lammermoor dijo...

Me vais a permitir que cuente otra anecdota de mi sobrino y ahijado (no tengo hijos y él es en muchos casos mi "especimen de laboratorio"). En la época que estaban enseñándole a leer en el colegio, ibamos un día de viaje y de repente, al ver una señal de final de carril lento, nos sorpendió con un: ¡UNA MUDITA CON SOMBRERO! Solo un niño tiene la capacidad de ver una h (o una mudita con sombrero) en donde nosotros tan solo vemos una señal de tráfico.

Juan Mata dijo...

Maravilloso comentario el de tu sobrino, Lammermoor. Viene a demostrar una vez más que el mundo de las letras fascina a los niños de un modo intenso. Y luego está, claro, esa sorprendente facilidad para dotar de poesía a sus observaciones. Admirables siempre.

alear dijo...

maravilloso..
cuando yo tenga hijos tambien los criare entre muchos libros :)

discreto lector dijo...

Ale, representas la esperanza y la promesa. Con deseos y afectos como los tuyos uno está seguro de que el porvenir será risueño y lector. ¡Qué hermosa declaración de amor y de confianza!