11 de julio de 2009

Cuentos del lejano oeste

Reproduzco cuatro cuentos breves de un autor al que admiro mucho, Luciano G. Egido. Es el mejor modo de mostrar mi reconocimiento. Pertenecen los cuatro al libro Cuentos del lejano oeste, cuya originalísima organización es ya un motivo de fascinación. Los cuentos van creciendo en extensión a medida que avanza el libro, de modo que el primero, titulado Presente, se compone de dos palabras (Yo, era) y el último, Circo, alcanza las 18 páginas. Además, cada uno de ellos va precedido de una cita literaria, que, en conjunto, componen un magnífico catálogo de admiraciones.


Enigma

Se desnuda todo de sí para no ser más que amor.
Fray Luis de León


Él tenía un tiro en el corazón y ella, en la cabeza. Nunca se sabrá quién de los dos amaba más al otro: si ella por matarse por él o él por dejarse matar por ella.


Desnudo

Lo más profundo del ser humano es la piel.
Paul Valéry


Le dije: "Desnúdate". Y ella me dijo: "¿Tan pronto?". Y yo le dije: "Entiéndeme; lo que quiero decirte es que me hables de ti". Y ella me dijo: "Entonces, mejor será que me desnude".


Error

Yo fui loco y ya soy cuerdo
Miguel de Cervantes


El mucho leer le había trastornado el cerebro. Era viejo, flaco y visionario. Creía en la bondad, en la solidaridad y en la justicia. Cuando vino la República, su locura se exacerbó hasta el éxtasis y la guerra civil le cogió a contrapié. Lo fusilaron contra una tapia que creyó que era la frontera del paraíso, unos pistoleros, a los que confundió con ángeles, un día de sol que le pareció de buen agüero. Tuvo tiempo de reconocer ante los suyos, que le recogieron agonizante, que se había equivocado.


El árbol

El árbol bello dos veces centenario
las poderosas ramas extendidas,
cerco de tanta hierba, entrelazando hojas,
dosel donde una sombra edénica subsiste.
Luis Cernuda


Todas las mañanas, lo primero que hacía era abrir la ventana de su cuarto para verlo y se pasaba largo rato mirándolo. Había crecido con él y le parecía la imagen de la perfección. Reproducía con exactitud el árbol ideal de los tratados de botánica. Era alto, frondoso y ancho sin ser agobiante y tenía dos troncos nudosos y paralelos, que ascendían como dos columnas robustas, que se doblaban en una continuidad de ramas, esbeltas e intrincadas, que lo coronaban con una armonía, levemente asimétrica, que se concretaba en una floración de hojas inquietas, brillantes, graciosas y variadas, que se movían a la menor brisa y recogían el relente de la noche y lo transformaban en perlas sobre el azul del primer cielo. Lo habitaban los pájaros, lo frecuentaban los niños y lo agradecían los caminantes. Cuando cambiaron el trazado de la carretera estatal, quedó condenado a muerte y no sirvieron de nada sus protestas, sus denuncias en los periódicos, sus pleitos contencioso-administrativos, sus desesperados intentos de sabotaje. Todas sus apelaciones terminaron en el mismo fracaso. Alegó la belleza, la tradición, la humanidad y el respeto a la naturaleza; pero nadie le hizo caso. En el momento en que la sierra mecánica atacó uno de sus troncos, con decisión mañanera e indiferencia criminal, se oyó un quejido desgarrador, largo y pavoroso. El tipo de la sierra, con su gorra de béisbol de los Yankees de Nueva York y un bozal de plástico transparente debajo de unas anteojeras oscuras, detuvo el aparato, sobrecogido por la intensidad del dolor humano de aquel lamento insólito. Pero, al cabo de unos segundos, volvió al ataque con idéntica ferocidad y el mismo aire rutinario, hasta que su víctima cayó solemnemente, con gallardía de dios destronado. Los médicos certificaron su muerte como consecuencia de un infarto de miocardio y ni siquiera le dieron la satisfacción de enterrarlo en un ataúd, hecho con los tablones del árbol talado enfrente de su casa, como sin duda él hubiera querido.


(El libro Cuentos del lejano oeste está publicado en la editorial Tusquets)

13 comentarios:

estrella polar dijo...

Por esas misteriosas casualidades de la vida te diré que "el lejano oeste" a que se refiere el autor, tiene su contrapartida real en el pueblo de Salamanca donde nació mi marido y nos estamos haciendo una casa. El autor pasó alli un tiempo con sus tias. Algunos de los personajes toman como "inspiración" personajes reales del pueblo. La "licencia literaria" para hablar de ellos no gusta mucha entre las gentes de alli que no están hechas mas que a la "ficción" del cotilleo y no terminan de asimilar que entre lo real y lo escrito siempre hay una distancia, un trascender la anécdota para hablar de lo que no es directamente visible...El libro, por otra parte es una belleza de prosa que siempre te deja un regusto de asombro, de deslumbramiento ante lo que no se dice pero se puede intuir... libertad del lectos... este elemento no es muy bien visto por las fuerzas vivas de su pueblo natal. Besos mil en el calor de julio.

discreto lector dijo...

Entiendo, querida estrella, los recelos de los habitantes de un lugar cuando un escritor tamiza sus vidas con su imaginación. Se sienten, por lo general, irreconocibles y deformados. Les gustaría ser representados tal como ellos se ven. La ficción los defrauda. No se dan cuenta de que los lectores no reparan en esas nimiedades. En Valderrubio, el pueblo granadino donde Federico García Lorca pasó su infancia y su juventud, aún hay gente que lamenta las 'falsedades' de "La casa de Bernarda Alba", porque en la obra no se dice la 'verdad' de la familia Alba, en cuyas vicisitudes está inspirada la tragedia lorquiana. Para muchas personas la crónica es más importante que el arte.

De todos modos, me alegra la casualidad de que seas casi vecina de ese pueblo del lejano oeste inspirador de relatos literarios tan hermosos.

juan dijo...

Es legendaria la fobia que el hombre del campo tiene hacia los árboles de sombra. No hace falta que el trazado de una carretera se cruce en sus raíces para desauciarlos. Especialmente si lo único que aportan es sombra. En el pueblo donde vivo, este invierno pasado, una repentina enfermedad incurable atacó a un legendario grupo de pinos. Armados con todos los permisos legales, grúas y motosierras, decidieron cortar por lo sano y convertirlos en leña y recuerdo. Hoy los brotes verdes de un chiringuito, con barquita playera incluida, crece junto al río Genil justo en el lugar que sombreaban los pinos que dieron nombre al pueblo donde vivo.

discreto lector dijo...

Qué bien describes, Juan, la aversión de tanta gente hacia los árboles de sombra. Qué bien que un cuento te haya evocado el vandalismo perpetrado en tu pueblo, Pinos Genil, y lo cuentes. Y qué bien que la literatura y los árboles nos reúnan en este espacio que ya es el tuyo. Gracias por escribir.

juan dijo...

Lo del chiringuito de la patera varada de Los Pinillos me da la impresión que no terminará así. Conociendo la tradición constructiva del nuevo campesinado español, sobre el terreno en talud que hoy pueblan morcillas y tintos de verano, crecerá mañana un edificio de seis plantas, tres desde el pie de la ladera hasta el nivel de la carretera y otras tres desde esta hacia arriba. Y si no al tiempo. Todo es susceptible de empeorar.

discreto lector dijo...

Esperemos, querido Juan, no ver cumplida esa sospecha. Las amenazas no cesan, confiemos entonces en que la sensatez o las protestas vecinales las impidan. Hablaremos de ello a la vera del río algún día de estos.

lammermoor dijo...

Callada durante un tiempo pero no ausente, me estremezco de placer al leer los cuentos que nos traes al blog y de miedo ante el futuro que nos presenta Juan.

juan dijo...

A Lammermoor
Mira por dónde, Lucía, has dado en el clavo de una vieja bicefalía. Uno leyendo la parte más hermosa y el otro la más áspera.

discreto lector dijo...

A propósito de las personales maneras de leer, querido Juan, querida Lammermoor, la siempre admirable Louise M. Rosenblatt escribió lo siguiente: "El lector, haciendo uso de su experiencia pasada con la vida y con el lenguaje, vincula los signos sobre la página con ciertas palabras, ciertos conceptos, ciertas experiencias sensoriales, ciertas imágenes de cosas, personas, acciones, escenas. Los significados especiales y, sobre todo, las asociaciones ocultas que estas palabras e imágenes tienen para el lector individual determinarán, en gran medida, lo que la obra le comunica a él. El lector aporta a la obra rasgos de personalidad, recuerdos de acontecimientos pasados, necesidades y preocupaciones actuales, un estado de ánimo específico del momento y una condición física particular. Éstos y muchos otros elementos, en una combinación que jamás podrá repetirse, determinan su fusión con la peculiar contribución del texto".

Pienso que se trata sencillamente de eso.

juan dijo...

Seguro que sí. En el arte es el receptor quien termina la obra. Pero de cualquier forma, y así los vieron los niños de esa otra entrada, Juan mAta tiene un semblante y una actitud serios que hace presagiar una lectura de las cosas de la vida igualmente seria, pero que en realidad no es enteramente así. Por debajo aflora una visión positiva del diagnóstico, un deseo objetivo de mejoría. Por eso digo que su lectura del mundo siempre se esfuerza por encontrar el lado más hermoso.

discreto lector dijo...

No tengo más remedio, querido Juan, que rendirme ante la mirada aguda del viejo amigo. Sí, es así. Resaltar el lado luminoso de las cosas, de las personas sobre todo, es mi manera de relacionarme con el mundo. Para mí al menos, y pienso que también para los demás, resulta más grato, más alentador. Es asimismo mi manera de ser serio.

Anónimo dijo...

Hace poco que leo este blog de Juan Mata. Supe de él al asistir a un curso sobre lecturas en red que se celebró esta primavera en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y en el que tuve la buena suerte de escuchar a Juan en una conferencia que me emocionó profundamente. Que me puso un nudo en la garganta.
Tampoco conocía la literatura de Luciano G. Egido. Me conmovieron mucho los cuentos que Juan publicó en el blog. Por tres veces he intentado comprar el libro y por tres veces el fracaso ha sido absoluto. ¿Sabríais decirme si están descatalogados? Desde luego voy a seguir intentando hacerme con ellos, como ellos se han hecho un poco conmigo. Es un placer leeros.

discreto lector dijo...

Estimada Nuria, tus palabras me hacen profundamente feliz. Gracias muy de veras. No hay mayor recompensa para alguien que habla de libros, lecturas y aprendizajes que saber que sus reflexiones tienen el poder de emocionar. Escribo o hablo con la intención de hacer pensar, pero también de conmover. No distingo una cosa de la otra.

Con respecto al libro de Luciano G. Egido sólo puedo decir que no debería haber ningún problema para conseguirlo. Su publicación es relativamente reciente y la editorial que lo publica, Tusquets, tiene muy buena distribución. Sólo puedo aconsejarte, Nuria, que insistas en tu librería o que lo intentes localizar en alguna biblioteca pública.