Pasaron los años y Cervantes y el Quijote fueron entrando y saliendo de mi vida personal y profesional de modo ininterrumpido. Pero fue llegando el tiempo de dar, de devolver algo de lo adquirido. En 1991, con motivo de un curso sobre lectura y bibliotecas escolares que impartí en el colegio público Nuestra Señora del Rosario, en Teba, un hermoso y encumbrado pueblo de Málaga, se me presentó una ocasión de recuperar los afectos primeros. Propuse a los maestros y maestras presentes la posibilidad de emprender un proyecto integral de lectura en la escuela que, como homenaje al lector ideado por Cervantes, pero también por la audacia y la 'locura' que suponía llevarlo a cabo, podría denominarse "Don Quijote". La idea se aceptó con vehemencia y a la hora de buscar un emblema para la aventura que comenzaba recurrí a las ilustraciones de mi viejo libro de lectura, del que les hablé hace unos días. Me pareció que era un modo de regresar a los orígenes, de restituir algo de lo recibido. Así es que fotocopié una de las imágenes de Don Quijote realizadas por Alfredo Bruzón, y coloreadas en su tiempo por mis manos de niño, y la ofrecí como insignia.
Y así quedó hecho. La imagen ocupó el lugar que le correspondía en carnés, marcapáginas, fichas, carteles... ¿Qué mejor homenaje podía yo hacer a Cervantes que regalar un emblema de mis lejanas lecturas de infancia?
Debo decir que aquel proyecto fue el germen de otros más ambiciosos. Recordaré que uno de aquellos jóvenes maestros participantes, José García Guerrero, es hoy el coordinador del Proyecto Biblioteca Escolar - CREA de la provincia de Málaga, de tan feliz andadura.
Como ven, las emociones de la infancia no desaparecen del todo.
Y llegó otra oportunidad de creación En el año 2005, el Festival Internacional de Música y Danza de Granada encargó a la compañía Da.Te Danza, con la que habitualmente colaboro, la creación de un espectáculo para niños y jóvenes en torno a Don Quijote de la Mancha, al cumplirse cuatrocientos años de la publicación de la Primera Parte de la novela de Cervantes. Pude entonces ofrecer un homenaje artístico. Ideé una dramaturgia que permitiera una lectura contemporánea del Quijote, un vínculo con el tiempo que nos ha tocado vivir. Fue así como pensé actualizar la historia de Alonso Quijano el Bueno. Escogí el título a partir de las últimas palabras de don Quijote, cuando moribundo, lúcido, reconoce su locura y declara su bondad. Imaginé entonces la historia de un joven lector de nuestros días, enajenado con los libros a través de los cuales juzga el mundo, enamorado de una dulcinea de su mismo colegio a la que él ve bella y donosa, que se enfrenta a las injusticias y maltratos que sus compañeros infligen a los más débiles, que sufre las burlas de sus compañeros por su actitud educada y caballeresca, que se refugia en sus fantasías para sobrevivir. Intenté recrear algunos capítulos de la novela en una situación actual, esbozar un quijote fácilmente reconocible por los jóvenes espectadores, reflejar el acoso y las chanzas que sufren en los patios de los centros escolares y en las calles los seres más indefensos y más fantasiosos.
Como dije, el resultado fue Alonso Quijano el Bueno. Y creo poder afirmar que el trabajo de la compañía y los colaboradores fue, sencillamente, excepcional.
Y esto es todo. En esta Semana del Libro he querido dejarles constancia de algunos de los encuentros que he tenido con don Quijote a lo largo de mi vida, de lo que mucho me regaló y de algunas restituciones. Es seguro que habrá nuevos retos, nuevas oportunidades de homenajear al conmovedor personaje ideado por Miguel de Cervantes. No descarto poder contárselo algún día.
24 de abril de 2009
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12 comentarios:
Se puede perder la cabeza como le paso a Don Quijote,si una persona lee mucho
Oi. Parabéns pelo excelente blog. Gostaria de lhe convidar para visitar meu blog e conhecer alguma coisa sobre o Brasil. Abração
No creo, estimada Macarena, que nadie pierda la cabeza por leer mucho. Algunos libros sí pueden crear pasiones y adicciones, pero no hasta el punto de enajenarse de la realidad. En cualquier caso, sería interesante conocer a algún enfermo de lectura. Me gustaría conversar acerca de sus gustos y sus modos de leer.
Gracias, estimado Clausewitz, por sus palabras. Acepto su sugerencia y visitaré su blog. Seguro que aprenderé mucho sobre Brasil. Saludos desde España.
Pequeña confesión:
Yo estuve enfermo de lectura . El año pasado , trabaja tres días de la semana en la biblioteca y había terminado la carrera universitaria , los días que tenia libre leía ocho horas diarias . Los días que trabaja leía por las mañanas o cuando llegada de la biblioteca. No llegue al punto del Quijote de vivir en la ficción, pero lo que hacia es imaginar los posibles caminos de la lectura.
Hoy he reducido mis horas de lectura, pero sigue siendo una actividad vital en mi vida.
A modo de cifras y estadísticas, si antes leía ochos libros por quincena , ahora lo he bajado a cuatro.
Y usted señor Mata ¿es un enfermo de lectura todavía?:
Pd: Muy buena la idea del Club de lectores infantil , dan ganas de imitarlo en la biblioteca donde trabajo.
Saludos
¡Caray, Leox! Empezaba a pensar que mi afición a la lectura estaba pasando a convertirse en adicción pero (aún) no llego a tu grado de ¿profesionalización? lectora. Si hay veces en que me he pasado prácticamente todo el día leyendo (a veces es una forma de huir de los problemas; otras, que la obra te hiptnotiza) Mi ritmo lector depende en gran medida de mi estado de ánimo; en épocas de ansiedad soy incapaz de concentrarme hasta el punto de dejar de leer (este otoño, dos meses. Cuando estoy demasiado cansada, tampoco suelo leer. En otras ocasiones, en que en cuanto tengo un momento me abalanzo hacia el libro.
Confesión por confesión: Uno de mis "pequeños" placeres es, en las mañanas de domingo, tras un buen desayuno, volver a meterme en la cama a leer hasta ......
Espero que el autor del blog perdone esta "divagación"
Me reconozco en los síntomas de tu 'enfermedad', Leox, en algunos momentos de mi vida. Aunque no sé si debería denominar así a esos momentos de aislamiento gozoso, feliz, divagatorio. Pienso que entonces armé algo de lo que ahora soy. Lo cierto es que como leí en aquellos momentos no he vuelto a leer. ¿Significa que 'sané' del todo? No lo creo. Simplemente atemperé las pasiones. Nunca he abandonado la lectura, soy más exigente ahora, pero creo que he conseguido no perder el entusiasmo, el desprendimiento, la expectación ante los libros. Y, por supuesto, no de dejado de vivir. Y muy intensamente.
La cama y la lectura: qué atrayente combinación, Lammermoor. Los ritmos de lectura son siervos de los ritmos del cuerpo. Siempre fue así. El cansancio disuade; la euforia, también. Quizá la serenidad sea el estado de ánimo más propicio para leer. Y no siempre la tenemos.
¡Ah! Y las divagaciones siempre son bienvenidas, ya lo sabes.
Lectura muy entretenida. Aquí dejo enlace con una página a propósito del Quijote muy distinta:
http://lahistoriadedonquijote.blogspot.com
Muchas gracias, Darío, por su acercamiento y por su recomendación. Por lo que he leído, el blog al que remite me parece un dechado de erudición sobre el Quijote. Habrá que leer con atención las futuras entradas.
Saludos.
He llegado a tu página por casualidad y me ha gustado mucho. Tenemos mucho en común. Yo también disfruté con el Quijote y de hecho es uno de mis libros preferidos. Casualmente preparé una pequeña obra de teatro basada en el Quijote para un grupo de niños de diferentes edades que son unos magníficos actores.Soy maestra en un pueblo de Barcelona y espero poder llevar a cabo algún proyecto sobre lectura que valga la pena. Un saludo.
Son amores literarios como los tuyos, estimada María José, letras de arena, e iniciativas docentes como la que cuentas, las vías que pueden hacer que la literatura forme parte de las vidas de los niños. ¿Por qué privarles de las fantasías de Cervantes? Pienso que son esos pequeños actos los que encienden deseos y curiosidades. Recibe mi felicitación, mi estímulo y mi agradecimiento.
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