
RAFI
Tenía un libro.
Se lo había dado el padre Bonifacio hacía más de tres años.
El libro pesaba y era gordo.
En la numeración de las hojas, el número último era el 1108. Ahora se le habían aflojado las pastas y algunas hojas estaban dobladas y tenían tiesuras y manchones de Coca-Cola y mocos.
Cuando iba a ver a la señora tuerta, lo llevaba consigo.
- Mira qué aplicado es el Rafi. Mira cómo lee.
Y él sonreía con su cara matalona y pícara de niño de la calle.
Lo iba leyendo por segunda vez, poco a poco, desde hacía dos años. A veces, le buscaba un escondrijo en un solar o unas obras y, al cabo de varios días, volvía a buscarlo.
Le hablaba algunas veces.
- A ver si te acabas, gordo. Un día me harto de ti y ya no vengo a buscarte.
Lo acabó por segunda vez en un coche abollado de un garaje desierto. Sentía frío.
Apretó los ojos y, cuando los abrió, le dijo al libro:
- Gordo, ¿qué vamos a hacer ahora? ¿Empezamos de nuevo?
Miró a la tapia grasienta de enfrente, se abrazó al libro con fuerza y comenzó a llorar.
4 comentarios:
Hacía mucho que no oía hablar de Medardo Fraile. Parece que la "importancia" de algunos autores y su obra sólo esté relacionada con su aparición pública. En el caso de Medardo Fraile es injusto este olvido, pues es uno de nuestro mejores narradores de los llamdos "hijos de la guerra". Gracias por traer su texto a nuestra memoria olvidadiza. Un homenaje doble: al autor y su obra; y al libro y sus lectores. Un saludo afectuoso
Hola, es un cuento precioso. Muchas gracias por descubrirme tantas obras y tantos autores. Visitarte es aprender algo nuevo.
Sí, estimado Profe, en la literatura, como en el cine o la música o la pintura, el reconocimiento público parece estar en relación directa con la presencia pública. Pero es tarea prioritaria de los lectores, más aún si tienen alguna posibilidad de influir en otros, hablar de los autores desconocidos o silenciados o están en la penumbra. Medardo Fraile, sin duda, merece un poco de luz y de memoria.
Estimada Clareta, aun a costa de ser reiterativo vuelvo a decir lo que siento: son comentarios como los tuyos los que justifican estas reflexiones y estos ofrecimientos. Gracias de nuevo.
Publicar un comentario