26 de febrero de 2009

¿Y esto para qué sirve?

Lo que sigue es una extensa cita del libro ¿Para qué sirve la literatura?, que es en realidad el texto leído por Antoine Compagnon en la lección inaugural de la cátedra de Literatura Francesa Moderna y Contemporánea del Collège de France. Me gusta encontrarme con ideas que comparto, expresadas sin embargo con palabras nuevas, desde otras experiencias. Leo con mucho interés asimismo textos que argumentan lo contrario de lo que pienso, pues eso me hace afinar o alterar mis propios argumentos. Pero no oculto que me satisface mucho encontrar otras formulaciones de mis propios pensamientos. Ocurre así con los párrafos que siguen, cuya lectura, si no les amedrenta su extensión, confío en que les guste.

"La literatura desconcierta, molesta, despista, desorienta más que los discursos filosóficos, sociológicos o psicológicos, porque se dirige a las emociones y a la empatía. De este modo, recorre regiones de la experiencia que los otros discursos desdeñan, pero que la ficción reconoce en los menores detalles. Según la hermosa expresión de Hermann Broch, recordada por Kundera, 'la única moral de la novela es el conocimiento; es inmoral aquella novela que no descubre parcela alguna de la existencia hasta entonces desconocida'. La literatura nos libera de nuestra forma convencional de considerar la vida -la nuestra y la de los otros-, destruye la buena conciencia y la mala fe. Por definición contraria y paradójica -protestante, como el protervus de la antigua escolástica; reaccionaría en el buen sentido-, resiste a la estupidez, no con la violencia, sino de una manera sutil y obstinada. Su poder emancipador, que nos conducirá en ocasiones a buscar derrocar a los ídolos y cambiar el mundo, permanece intacto, aunque más a menudo nos hará, sencillamente, más sensibles y más sabios, en una palabra: mejores.

No es que encontremos en la literatura verdades universales ni reglas generales, como tampoco ejemplos incuestionables. [...] La literatura, al ejemplificar la excepción, procura un conocimiento diferente del conocimiento erudito, pero se muestra más capaz que éste a la hora de esclarecer los comportamientos y las motivaciones humanas. La literatura piensa, pero no como la ciencia o la filosofía. Su pensamiento es heurístico (no deja nunca de investigar), no algorítmico: procede a tientas, sin cálculo, por intuición, guiándose por el olfato. [...]

La literatura nos enseña a sentir mejor, y como nuestros sentidos no tienen límites, no concluye jamás, sino que permanece abierta -como un ensayo de Montaigne- después de habernos hecho ver, respirar o tocar las incertidumbres y las indecisiones, las complicaciones y las paradojas que se esconden detrás de las acciones, meandros en los cuales los discursos del conocimiento se pierden. [...]

Existe, por tanto, un pensamiento de la literatura. La literatura es un ejercicio de pensamiento; la lectura, una experiencia de las posibilidades. Nada me ha hecho nunca percibir mejor la angustia de la culpa que las apasionadas páginas de Crimen y castigo en que Raskolnikov reflexiona sobre un crimen que en realidad no ha tenido lugar, y que cada uno de nosotros ha cometido. Incluso cuando la novela moderna -en Proust o en Musil- incorpora el ensayo, y las situaciones son razonadas al mismo tiempo que son relatadas, no ilustra un sistema, sino que inventa una reflexión indisociable de la ficción, apuntando menos a enunciar verdades que a inmiscuir en nuestras certidumbres la duda, la ambigüedad y la interrogación. 'La omnipresencia del pensamiento -concluye Kundera- no le ha quitado a la novela su carácter de novela; ha enriquecido su forma y ampliado inmensamente el terreno de lo que sólo puede descubrir y decir la novela'.

Así es como una novela nos cambia la vida sin que haya razón aparente para ello, sin que el efecto de la lectura pueda ser comparado con la enunciación de laguna verdad. No es tal o cual frase de Proust la que me ha hecho convertirme en lo que soy, sino toda la lectura de la Recherche, después de la de Rojo y Negro y la de Crimen y castigo, porque la Recherche refundió todos los libros que yo había leído hasta entonces. "¡Llega a ser el que eres!", me susurra la literatura, según el mandamiento de la Segunda Píitica de Píndaro, retomada por Nietzsche en Así habló Zaratustra".

5 comentarios:

estrella polar dijo...

Salto del blog de crítica a la política en la Comunidad de Madrid a este. Y, a pesar de sentir resonar las palabras en mi propio corazón (la literatura enseñandome a ser yo misma) hoy siento cierto desánimo porque la mala gente que infecta la tierra arrasa con todo y no encuentro modo de luchar contra tanta miseria y desvergüenza. Quizá Neruda:
HOY TENGO MUCHAS
BATALLAS QUE VENCER
HOY TENGO MUCHAS SOMBRAS
QUE HERIR Y TERMINAR...
...HASTA QUE TODO SEA DÍA
HASTA QUE TODO SEA CLARIDAD
Y ALEGRÍA EN LA TIERRA.
...besos nocturnos

Juan Mata dijo...

¿Cómo dar ánimo, estimada estrella, cómo consolar?

Sí, siempre hay unas palabras de aliento en la literatura. Estas de Miquel Martì y Pol, por ejemplo:

Después de todo aún queda espacio
para repensar la vida y convertirla
en un ámbito mucho más silencioso,
al amparo de los inhóspitos
desbarajustes
y las inevitables adversidades.
[...]

Un abrazo.

estrella polar dijo...

Gracias. Parafraseando a Angel Gonzalez...los libros, los lectores, los blog, las palabras están a ahi..."existes, eso me basta"

lammermoor dijo...

Tras ver la referencia de esta "lección", lo apunté en mi (virtual) lista de libros que quiero comprar. Desde el jueves, está en mi poder, aunque no se cuando lo leeré.
Ante muchas preguntas que me hicieron cuando me lancé a la blogosfera, rastreo en los libros que voy leyendo respuestas a esos interrogantes. Al releer La Historia Interminable tome nota de varias citas. Una de ellas quizá pueda ayudar a explicar para que sirve la literatura: La ciudad de los antiguos Emperadores "(…) Quien no tiene ya pasado tampoco tiene porvenir (…)"
"Ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje (…)"
"(…) a partir de aquel día algo comenzó realmente a cambiar, aunque el propio Bastián no se dio cuenta de nada. La fuerza transformadora de la Casa del Cambio hacía su efecto. Sin embargo, como todos los cambios verdaderos, se produjo suave y lentamente por si mismo, igual que el crecimiento de una planta."

Juan Mata dijo...

Una de mis obsesiones, estimada lammermoor, es dar sentido a la lectura, y específicamente a la lectura literaria. Pienso que hay demasiada vacuidad en torno a esta cuestión. Por eso valoro mucho cualquier aportación a ese debate. La de Compagnon me pareció muy interesante. La asociación que haces con algunos pasajes de 'La historia interminable' es muy oportuna. Allí se habla, con otro lenguaje, de esas mismas cosas.