Cumplo lo anunciado y hablo hoy de algunos libros que estimo y recomiendo. Son ensayos sobre la lectura escritos por Juan Domingo Argüelles, poeta, crítico literario y editor mexicano. No conozco personalmente al autor, pero siento que es, recurriendo al conocido verso de Charles Baudelaire, "mon semblable, mon frère". Y ese sentimiento de hermandad, de projimidad (me gustaría que el diccionario de la RAE admitiera alguna vez esta palabra, más carnal y emocional que 'proximidad'), me invade con la lectura de sus libros, lamentablemente no muy difundidos en España. En sus textos descubro un rumor fraternal de razonamientos y pasiones, un espejo en el que me miro y me reconozco.
He aquí algunos títulos:
. ¿Qué leen los que no leen?
. Leer es un camino
. Historias de lecturas y lectores
. Ustedes que leen
. Del libro, con el libro, por el libro... pero más allá del libro
. Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura
Pueden ustedes deducir fácilmente que el escritor del que les hablo no es alguien que haya improvisado algunas opiniones sobre la lectura para aprovechar el interés colectivo por esa materia, sino un autor obstinado en ahondar en una cuestión que, precisamente por su auge social, no está exenta de banalidades, dogmas y no pocos fundamentalismos. El empeño de Juan Domingo Argüelles, que es un lector tenaz y copioso, es justamente desproveer a la lectura de aquellas adherencias que la hacen áspera y temible a fin de presentarla como una práctica libre, singular y gozada. Es decir, lo contrario de una actividad impuesta, reverencial o aristocrática. O dicho con sus palabras:
A la luz de las políticas de lectura, he escuchado tantas veces el desprecio y aun la agresión verbal, el insulto, contra los que no leen, que he terminado por no sentirme ni sentarme a gusto entre tan nobles y distinguidos lectores. Me avergüenza pensar que se me ubique en esas filas por mi disposición proselitista a favor del libro y la lectura. [...] A pesar de lo grotesco de estos extremos 'cultos', hay quienes ni se dan cuenta ni se percatarán jamás de esta barbarie ilustrada. La invitación a la lectura no puede darse ni emocional ni racionalmente en estos términos. Ni los que leen libros están exentos del fanatismo, el fundamentalismo y la intolerancia. Pero, en este caso, mejor no ser lector. ¿De qué sirve leer libros si a pesar de los libros tenemos alma de gañán? Algún día, contritos, tendremos que explicar, y explicarnos, esta terrible contradicción. (Antimanual..., p. 376)
Una de las cosas que más me gusta de las opiniones de Juan Domingo Argüelles es que, siendo un lector voraz, posee una sensible comprensión hacia los no lectores, a los que no ve como subalternos o deficientes sino como personas que de modo voluntario o forzadas por su formación no han incrustado la lectura en sus vidas. Y aun cuando, naturalmente, él escribe en México y pensando en su país, sus reflexiones tienen perfecta vigencia en España. O, para ser más exactos, en cualquier país donde la lectura se haya convertido en una urgencia pública y en un tedioso tópico académico.
No es fácil aunar sensatez, talento, pasión y seriedad a la hora de defender la lectura. Con demasiada frecuencia se incurre en redundancias, reproches y jergas, y a poco que uno se descuide puede verse actuando con la misma intransigencia de un evangelizador bíblico. Es justamente lo que trata de evitar Juan Domingo Argüelles y por ello me seduce y por ello recomiendo sus libros. Si defiende la lectura es porque la considera una forma gratificante de vivir no una forma exclusiva o superior de vivir. Leyendo sus libros uno adquiere conciencia de que el elogio de la lectura puede ser una declaración de amor a la vida, que en cualquier caso siempre puede gozarse más allá de los libros. Mejor decirlo con sus palabras:
Sí, casi seguramente, leer es mejor que no leer. Y tal vez algún día lo sepan aquellos que hoy son adolescentes o jóvenes (no todos, por supuesto), como hoy saben, perfectamente, que leer no es mejor que vivir, aunque leer -muchos lo sabemos- sea también una de las formas más extraordinarias y maravillosas que nos regala la existencia. (Ustedes que leen, p. 69)
Sé que un breve texto como éste no puede dar cuenta exacta de un pensamiento complejo y nada complaciente, pero consideren estas palabras como una cordial invitación a leer alguno de esos libros.
5 de febrero de 2009
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6 comentarios:
Hola Juan:
Ya tengo localizadas en la biblioteca dos de las obras que mencionas, así que seguiré tu consejo porque pintan bastante bien.
El principal problema que le veo a este tipo de reflexiones es que quienes las realizan, leen y comentan son precisamente lectores, que viene a ser como un cura predicando en el seminario. Quien no lee no siente la necesidad de filosofar sobre algo que no forma parte de su vida.
Si me permites el offtopic, quería invitarte a seguir el meme sobre filias y fobias que he puesto en mi blog. Es un simple entretenimiento para conocer un poco más de cerca a la gente que seguimos de forma virtual.
Saludos y felicidades por el libro
Los lectores "infectados" nos retroalimentamos en otros tan contagiados como nosotos, es verdad, pero...a mi me consuela no ser una rareza y comprobar que lo que a mi me pasa le pasa a otros, que lo que a mi me produce alegria o satisfacción tambien se la provoca a otros. Con respecto a Arguelles leí primero "¿Qué leen los que no leen" y me deslumbró su modo de desacralizar la lectura, rompió tópicos que me hicieron mas libre. Ahora leo "Historias de lecturas y lectores" y en la primera entrevista encuentro descrito aquello que tantas veces he sentido : un libro te lleva a otro, y a otro, y a otro...lo que llamo el laberinto infinito...Me gusta formar parte de esta gente, me hace sentir bien, sentir que en este caso, como dice Juan Mata, hay muchos que puedo llamar "mon semblable, mon frère".Besos de tinta virtual
Estimada Patricia, no creas que todos los lectores, por el mero hecho de serlo, comparten idénticos sentimientos y actitudes ante la lectura. Tengo comprobado que lo que para unos debe ser mesura y complicidad es para otros ruido y exhibicionismo. En esto de la lectura hay una cierta inclinación a la verbosidad y a las frases hechas. Por eso no viene mal atender de cuando en cuando las voces que hablan con sentido común. En cualquier caso, siempre es bueno introducir a nuevos amigos en el círculo de allegados, aunque seamos pocos, aunque estemos convencidos.
Hace unos días ya leí en tu blog tu minuciosa relación de filias y fobias y, en efecto, te sentí más próxima, más corpórea. Tu autorretrato era franco y retador. Al final del mismo me vi aludido y me sentí nervioso. Me retiré en silencio, como si no fuera la cosa conmigo. Me da pudor, creo que lo puedes intuir, mostrar ciertos aspectos de mi intimidad. Y me creí a salvo... hasta tu invitación pública. Y, la verdad, no sé qué puedo decir que tenga interés, pero algo diré. Hace un tiempo, otra bloguera amiga, Sfer, me pidió algo semejante y accedí. Con prudencia, pero accedí. Lo mismo haré en esta ocasión.
Una vez más, gracias.
Estelar amiga, no somos raros, no somos fósiles. Me he negado siempre a creerme superior por el mero hecho de practicar algo que muchos otros no practican, pero igualmente me he negado a sentirme extraño. Pienso que me desenvuelvo bien en el espacio público y una de las causas es, justamente, las lecturas. No me aíslo, pero tampoco escondo lo que los libros me han dado. Y no somos pocos. Por eso me produce tanta alegría descubrir a alguien que puede ser un igual, un compañero.
Mon semblable, mon frère, mil gracias por el descubrimiento.
Me hace feliz pensar, estimada Begoña, que con mis comentarios descubro algo a alguien, que es una manera de decir que regalo algo a alguien. Gracias.
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