Asistí ayer tarde a una lectura de poemas de Pablo Neruda en el vestíbulo de un teatro que lleva su nombre, recién inaugurado en Peligros, un pueblo próximo a Granada. Es un teatro muy bello, armonioso, coronado por una cenefa con un fragmento de la partitura del movimiento coral de la Sinfonía nº 9 de Beethoven, conocido como Himno a la Alegría.
Con motivo de su apertura, la concejalía de Cultura ha organizado un programa de actos en torno al poeta chileno con incursiones no sólo en la poesía sino en el teatro, la música, la pintura, el ensayo, la educación. El propósito merece alabanza: dotar al edificio no sólo de un nombre, sino de un sentido. Si se ha optado por ese nombre, ¿cómo no habitarlo de palabras, con sus palabras? Inaugurar, ya se sabe, es un modo de augurar, de vaticinar el porvenir, de invocar la fortuna. ¿Y qué mejor invocación que colmar el teatro de versos, imágenes, ideas, sonidos celebratorios de la potestad literaria de Pablo Neruda?
Para comenzar, y como una manera de trabar ese nombre en la conciencia de los jóvenes, los alumnos de Educación Secundaria del IES Clara Campoamor han ido leyendo en las aulas obras de Neruda y han dado una respuesta plástica a las imágenes poéticas que les asaltaban. Sus personales modos de recrear ese imponente universo lingüístico, de mostrar la naturaleza emocional de sus lecturas, ocupan, a modo de salutación y agradecimiento, el espacio que antecede a la sala.
En la sala y en el vestíbulo del teatro se han sucedido estos días representaciones, exposiciones, lecturas y recitales en su homenaje. Anoche, junto a los paneles con las obras de los alumnos, se celebraba la tercera de las lecturas poéticas en torno al poeta. En esa ocasión estaba centrada en sus poemas amorosos. La voz transparente y tersa de la profesora Andrea Villarrubia condujo suavemente a los oyentes por las volcánicas, arrebatadas, solares sendas del sentimiento erótico de Neruda.
Ocurre siempre con los grandes poetas: aún leídos muchas veces, sus poemas siempre parecen recién llegados. ¡Qué plenitud verbal la de Neruda! ¡Qué deslumbrantes metáforas! ¡Qué modo tan insólito de dar palabras a emociones tan ancestrales, tan íntimas! A medida que escuchaba sus sonetos o sus odas me invadía la sensación de que expresaban una manera universal de sentir, a la vez que creaban modos inéditos de percibir. Pensaba que la poesía nos ayuda a reconocer lo vivido pero también nos revela lo desconocido. Uno se siente, ay, mejor amante si alguien acierta a convertir en literatura nuestros propios sentimientos. Por eso no acertaba a entender la amenaza del grupo municipal del Partido Popular de sustituir de inmediato el nombre del teatro por el de un artista local, no sé si un pintor o un escritor, en caso de acceder algún día al gobierno municipal. Podría ser juzgado ese desplante como una más de las muchas mezquindades de la acción política, pero resulta extraño todavía que el localismo se considere un valor prominente a la hora de construir la ciudadanía, que rendir un homenaje en un pequeño pueblo de España a un inmenso poeta nacido en Chile sea entendido como una afrenta, como una traición. Pero esas nimiedades quedaban pronto sepultadas por las palabras cautivadoras de Neruda, por el vitalismo que contagiaban, por la belleza que desprendían. La luna llena que nos acogió al salir a la calle parecía prolongar el eco de la lectura: Sólo la luna en medio de su página pura / sostiene las columnas del estuario del cielo, / la habitación adopta la lentitud del oro / y van y van tus manos preparando la noche...
11 de febrero de 2009
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5 comentarios:
Si es verdad que si llegamos a convertir nuestros sentimientos en literatura, vamos a tener un abanico muy amplio a la hora de expresar cualquier tipo de emoción sobre cualquier tema.
Es aqui cuando vemos que la literatura es una frontera sin limites, capaz de hacer hablar a la persona y de otorgar de cierto sentido a las cosas que le rodea.Es una via de expresión, a veces muy sofisticada, por la cual se establecen una serie de relaciones entre el lector y ese poema que esta leyendo tan satisfactoriamente en el sófa del salón junto a una chimenea resplandeciente.Me parece un método genial para utilizarlo en la enseñanza, pero está claro que el mundo de la literatura, en ciertos cursos escolares, no está bien vista y provoca cierto aburrimiento, y eso se debe en parte,al mal uso que se hace de ella.Y todo gira alrededor del profesorado, del que imparte las clases en ese momento.
Querido Juan: buscando información sobre ti me he topado con tu blog y ha sido una grata sorpresa. He andado vagando por tus lecturas y opiniones con gran placer. Y gracias por hablar el ciclo sobre Pablo Neruda en el que tanta ilusión y energía hemos puesto. Te leeré con gusto. Un abrazo.
Alejandro:
La literatura, al menos para mí, es revelación y asombro, emoción y conocimiento. O nos lleva a entender mejor la condición humana y el mundo social o queda reducida a un pasatiempo inocuo (algo que no es en absoluto ignominioso). Sigo pensando, sin embargo, que su primordial virtud reside en su capacidad para iluminar la experiencia individual y colectiva. ¿Puede ser eso aburrido? No debería. Y ahí entra la responsabilidad de los profesores.
José Manuel:
Cuánto gusto me da saber que Internet nos descubre aspectos de los amigos que en las conversaciones permanecen silenciados. Eso es algo que me sigue admirando. Gracias a ello, ahora sé que hay otro camino para saber algo más de ti. Gracias por todo.
Emili Teixidor, en su libro "La lectura y la vida" que recoge escritos diversos sobre el leer y los jóvenes, propone iniciar la clase con la lectura de un solo verso...que deje colgados a los chicos y chicas. Tambien poemas o fragmentos que conecten con algo sucedido en el mundo o la escuela."La poesia es el instrumento más breve para transmitirnos la experiencia humana"
En esa misma linea hay un estupendo libro de la editorial Hiperión que se llama "Los lunes, poesía" antologia de poesia española para jovenes. Un profesor es el "culpable"
Y por último. A Pablo Neruda siempre le han tenido miedo los retrógrados. Demasiada luz, demasiada verdad. Leer el fragmento de "La casa de Neruda" en el bellisimo libro III de Memoria del Fuego de Eduardo Galeano, nos hace comprender porqué le temen y porqué nos salva con sus palabras. Besos desde el laberinto.
Es verdad, estimada Cynosura (si me permite usar el nombre de la actual estrella polar en nuestro hemisferio), que la poesía de Neruda resulta profundamente atractiva, inclusive para los adolescentes. Lo he comprobado muchas veces. Aunque no sólo la de Neruda. La poesía en su conjunto posee a esas edades un magnetismo irresistible. Para muchas personas resulta difícil de leer, pero se entregan sin reservas cuando la escuchan. Deberíamos leerla en voz alta más a menudo, sobre todo en las aulas.
Conozco el libro de Juan Carlos Sierra, 'Los lunes, poesía', y su experiencia es magnífica. Hay por fortuna muchas iniciativas semejantes en los centros escolares de nuestro país. Hace unos meses dediqué una entrada en el blog a una de ellas, concretamente a la que viene llevando a cabo la profesora Andrea Villarrubia desde hace dos décadas en los institutos por los que ha pasado. Puedo asegurarle que los resultados son excepcionales.
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