8 de febrero de 2009

Placeres cómplices

El azar yuxtapone a veces placeres que no siempre se experimentan a la par. Puede suceder que acudas a la bodega de tus sabores, ocupes el rincón donde tantas veces te has sentido feliz, y junto al vino que ansías beber te llegue también la ocasión de leer pausadamente algunos poemas a él dedicados.

Ocurre así. Entras en 'La bodeguilla de al lado', nuestra bodega de guardia, te sientas y poco después nuestra sumiller de cabecera, Fuensanta, quien a sus conocimientos enológicos suma una gentileza obsequiosa y hospitalaria, pone en nuestras manos dos copas e, inesperadamente, un libro.


En realidad es una revista, voluminosa como un libro. Es el número 245 de la Revista Litoral, un monográfico dedicado en esta ocasión al vino. Como saben, esa revista, una de las más acrisoladas y hermosas que se publican en España, dedica cada número a un tema o a un autor, con tal mimo que de inmediato se convierte en referencia, en manantial de imágenes e informaciones.

Humedecidos los labios, satisfecho el paladar, agradecidos los ojos, los oídos atentos si es la voz de la persona amada la que se apresta a leer, los versos de José Hierro florecen de repente entre el murmullo desinhibido y risueño de la concurrencia.

El vino

Puentes de yedra. Arroyos largos
como brazos. Sol amarillo
entre las ramas despojadas.
¡Qué mundos nuevos pinta el vino!
Deja su sangre en los toneles,
en nuestro pecho hunde su pico.
Con ramas y hojas del otoño
en las frentes hace un nido.
Si bebemos su roja música,
su caliente, su denso río,
bajo los pies vibra la selva
con tambores de sacrificio.
Nace en nosotros una fuerte
pasión de seres primitivos
y todo es viento, vida: fuego
en que ardemos sin consumirnos.
Alegría, tu rosa roja
nos inunda de ocasos tibios.
Y cuando ya te desvaneces
¡qué solitarios nos sentimos!
¡Qué despertar a la tristeza
sin engañosos espejismos!
Y nos reímos de nosotros,
pero no nos arrepentimos.


Escuchas mientras bebes y percibes que el vino agrega a la lectura una sensualidad corpórea, celebratoria, expansiva. La vida se muestra fácil y deseable. E intuyes también que los versos regalan al vino el placer de la ensoñación, el asombro, el pensamiento. Las emociones se duplican, cooperan para que te sientas dichoso, en paz.

Al cabo de la larga conversación abandonas ese refugio cordial y antes de salir observas que en el dintel de la puerta, lindando con las ofertas de los vinos de la semana, Fuensanta ha manuscrito con tiza unos versos de Carmen Conde:

¡También yo soy la vid!
¡También yo soy el vino rojo que abrasa!
Y los labios que se unen a los pechos, bebiéndoselos.
Y las lenguas que se juntan en lumbre de eternidad.
Sobre la tierra que olvida los secretos de los muertos,
¡qué fuerza es la mía de vivir!

Sales al frío nevoso de febrero, pisas la noche con el sabor del vino resistiéndose a desaparecer, con la luz de la poesía iluminando el camino. Te sabes feliz, terrenal. Agradeces los dones de la vid, de la literatura.

8 comentarios:

estrella polar dijo...

...¡y cuando ya te desvaneces!/¡que solitarios nos sentimos!/¡qué despertar a la tristeza/ sin engañosos espejismos!
¿habla del vino o de esa sensación que me llena cuando termino un libro que me ha tenido encandilada y me ha proporcionado felicidad?
El laberinto: accedo a la revista Litoral desde la página del blog. ¡que bonita! en cuanto pueda me suscribo. Compulsiva compradora de papel impreso. Feliz borrachera de letras

Juan Mata dijo...

Sin duda alguna, estrella polar, esos versos de José hierro podrían perfectamente estar referidos a la melancólica sensación de finalizar una lectura. No se me había ocurrido juzgarlos desde ese perspectiva, pero ahora me parecen que fueron escritos adrede con esa intención. Leer, beber... cuántas similitudes.

La revista Litoral es, en efecto, un deleite para los ojos y el entendimiento.

Lunatrix dijo...

Además, qué buenas son las tapas de Fuen!!! Mujer maravillosa donde las haya y con una intuición pasmosa para las tapas :o)

Juan Mata dijo...

Sí, estimada Luna, Fuen es una bodeguera maravillosa, tan atenta como sabia. ¡Cuántos buenos ratos hemos pasado en su bodeguilla! Gracias a tu comentario he podido descubrir tu blog y tus paseos granadinos y tus fotografías, tan magníficas. Me da por fantasear que, como ha descrito tantas veces la literatura, hemos estado juntos en un paso de peatones sin darnos cuenta y que incluso hemos podido coincidir en algún momento en 'casa Fuen'. Vidas cruzadas, encuentros posibles.

Gracias por la visita.

fathercastro.blogspot.com dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
fathercastro.blogspot.com dijo...

Querido Juan: buscando referencias del poema de Carmen Conde (concretamente, para conocer su emplazamiento dentro de la obra de la poeta cartagenera) me encuentro con esta página de tu blog que en su día no leí, pero que ahora agradezco como todos tus escritos (aunque no haya podido satisfacer la consulta que buscaba). Sólo una pequeña precisión que no queda clara en tu texto: el poema de Hierro que reproduces (y que creo que pertenece al libro "Tierra sin nosotros", del año 2000) no figura en el número de "Litoral". Aun con dos años y medio ya de retraso, vayan aquí mis más sinceras felicitaciones por tu impagable blog. Un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

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summaorublogger dijo...

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