¿Qué sería de los lectores sin los libreros? ¿Cuántos felices descubrimientos no les debemos a ellos? ¿Cómo imaginar una biografía lectora sin su sombra, sin su colaboración?
A lo largo de mi vida he sido cliente de muchas librerías, he tratado con muchos libreros. Si los he abandonado ha sido, por lo general, porque ellos me abandonaron antes. Es decir, cerraron la librería. Soy un cliente fiel, estable. No me gusta la dispersión. A la hora de comprar prefiero recorrer caminos transitados, recalar en espacios familiares. En mis viajes, me emociona conocer nuevas librerías, sobre todo si tienen un nombre llamativo o una fachada decadente o un interior con recovecos, pero en mi ciudad tiendo a la rutina. Salvo en caso de urgencia, prefiero la reincidencia.
La librería a la que acudo habitualmente se llama Atlántida y está ubicada en la Gran Vía de Granada, a espaldas de la catedral. Después de muchos años me siento parte del entramado, entro y salgo despreocupadamente, sé que mis gustos y mis manías están ya incorporados al ambiente. Disfruto además del privilegio consuetudinario, regio, de entrar sin dinero y comprar un libro, sostenido el gesto en una confianza mutua, antigua.
Si acudo a esa librería no es por su amplitud o su inabarcable fondo bibliográfico (en realidad es más bien estrecha y el flujo incesante de las novedades crea amontonamientos y obstáculos), sino porque allí me encuentro cómodo, soberano, bien atendido. La responsabilidad de ese bienestar es de los libreros que la atienden, Claudio y Mercedes, o Mercedes y Claudio. En realidad no son los dueños de la librería, sino dos empleados, pero para mí son los verdaderos libreros.
Ambos son gentiles, eficientes, sabedores. Me ofrecen la seguridad de que localizarán cualquier libro que les solicite, por muy rara o recóndita que sea la editorial. Y eso me tranquiliza. Conocen mis preferencias y me anuncian las novedades que suponen que pueden interesarme. Puedo conversar con ellos sobre libros, gustos, autores, tendencias. Son receptivos y agradecidos. Cada Navidad me regalan la pequeña joya que la editorial Aguilar publica para la ocasión, los ambicionados 'crisolines'. Me tratan con deferencia, afectuosamente (aunque en ese sentido no creo tener ventajas). Me allanan el camino hacia los libros deseados, me descubren los ignorados. Se disculpan cuando piensan que no pueden atenderme adecuadamente. ¿Qué más puedo desear como lector? Soy afortunado.
Me parecía que les debía este reconocimiento público.
15 de febrero de 2009
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10 comentarios:
Por lo que he leido, parece que todos los libreros tienen un don especial.
Mi librero se llama Luís y su librería es de pequeñas dimensiones. Los libros comparten el espacio con los artículos de papelería pero cualquier libro tiene cabida. Da igual el que pidas. Si no se encuentra en aquel maravilloso rincón repleto de pilas de libros, no tarda nada en aparecer.
Qué bien estaría, estimada Clareta, que pudiera redactarse una historia de las relaciones de los lectores con sus libreros. Descubriríamos historias apasionantes. En el ánimo de los lectores hay una consideración especial hacia sus libreros. ¿Y cómo no iba a ser así? ¡Cuántas alegrías, cuántas sorpresas, cuántas facilidades nos otorgan!
Claudio jr dice:
oiga es usted Juan Mata, mi padre me ha hablado de usted, mis respetos. Oiga gracias por publicar en internet el articulo relacionado con los libreros, sobre todo con mi tía mercedes y mi padre Claudio. Me ha encantado su articulo, me siento mucho más orgulloso de mi padre.
Saludos:
Claudio López Roldán.
Estimado Claudio Jr:
Haces bien en sentirte orgulloso de tu padre y de tu tía Mercedes. A veces, las opiniones de personas ajenas a la familia hacen que uno se dé cuenta de las cualidades de quienes viven a nuestro lado. Como cliente de la librería me siento muy agradecido a su trabajo. Tienes en ellos un muy buen ejemplo para tu vida.
Gracias por tus palabras, Claudio. Y espero que se cumplan tus sueños.
Juan, buenos dias! Al final pudiste abrir lo de la Nube? Mira este blog : http://www.buenosaires.gov.ar/blog/librodearena/
besos!
Sí, Peru, lo abrí, lo leí y me pareció magnífico. Te haré los comentarios personalmente. Acabo de terminar unas semanas muy agitadas y comprometidas. Ahora estoy un poco más tranquilo. Es hora de retomar contactos.
Gracias por la dirección que me envías. Voy a leerla con mucha atención.
Un abrazo.
Me encanta esa librería. También es mi favorita. Tiene algo encantador en el ambiente. Casi siempre que acudo suelo "picar" algo.
Coincidimos, estimado Uge, en el aprecio por la librería Atlántida. Tiene encanto, en efecto. Me agrada pensar que tal vez hemos coincidido alguna vez en ella, hojeando en silencio libros de filosofía.
Gracias por tu comentario.
Hola, me gustaría comentar lo valioso que me parece este sitio, ya que hay muy pocos que traten temas de literatura. Lo loable me parece,repito, en la temática que aborda, pero también en la forma amena con la que se acercan a la literatura. Por ejemplo, al leer este relato del librero ya me motivaron a escribir uno mío. Saludos
Muchas gracias, estimada Reyna, por sus palabras. Me hace feliz sobre todo saber que mis comentarios pueden ser un estímulo para sus pensamientos y su escritura.
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