Como sabrán, del 15 al 21 de marzo se celebra en numerosos países del mundo la Semana del Cerebro, incentivada por la Fundación Dana, encargada de promover la difusión pública de los conocimientos que sobre el cerebro se van realizando. Seguro que en sus ciudades podrán encontrar alguna actividad relacionada con esta celebración. El Parque de las Ciencias de Granada, una institución modélica de la que algún día les hablaré con detenimiento, ha organizado diversos actos al respecto.
(Hoy en día, la Neurociencia sabe que cada ser humano experimenta sus propios placeres, que son en su intimidad diferentes a los que sienten los demás porque cada cerebro, en la finura de su estructura y funcionamiento, es diferente al de cualquier otro. Por eso, el mismo aparente placer, aquel de la buena comida cuando se está hambriento, la misma parecida sexualidad o en mayor grado el placer de contemplar la belleza de un cuadro de Velázquez es diferente y único en cada ser humano. Los laberintos del placer en el cerebro humano. Francisco Mora)
(Mi padre era carnicero, y yo pasé la mayor parte de mi niñez alrededor de la carne. A temprana edad aprendí cómo se ve el interior de una vaca; la parte que más me interesaba era el viscoso y arrugado cerebro. Ahora, muchos años más tarde, paso mis días –y algunas noches– tratando de descubrir cómo funcionan los cerebros; y lo que más quiero saber acerca de ellos es cómo producen las emociones. El cerebro emocional. Joseph LeDoux)
Con motivo de la Semana del Cerebro, me gustaría recomendarles algunos libros que podría interesarles. Son libros muy diversos, que dan cuenta de la multiplicidad de miradas que admite el cerebro, es decir, nosotros. Es un territorio cuya exploración resulta apasionante. Junto a la portada, les reproduzco un breve párrafo de cada uno de ellos.
(Cuando empecé a escribir este libro, descubrí algo interesante sobre la neurociencia y la ética: no siempre se mezclan. Me he pasado la vida en laboratorios, buscando verdades verificables, reproducibles, incontrovertibles, sobre el funcionamiento del cerebro. Muchos de mis descubrimientos, así como los de otros investigadores, han influido en mi visión del mundo. Decidí escribir este libro porque creía que los datos concretos de la neurociencia podía y debían influir en muchas cuestiones éticas. El cerebro ético. Michael S. Gazzaniga)
(Pero ahora estamos listos para la mayor revolución de todas: la comprensión del cerebro humano. Sin duda será un punto de inflexión en la historia de la especie humana, puesto que, a diferencia de esas primeras revoluciones científicas, ésta no atañe al mundo exterior ni a la cosmología, la biología o la física, sino a nosotros mismos, al órgano que ha hecho posible estas anteriores revoluciones. Los laberintos del cerebro. V. S. Ramachandran)
(El conocimiento que tiene el cerebro humano de su entorno jamás está disociado de los esquemas de acción por los cuales actúa sobre este entorno. El arte es un acto de apropiación sobre el mundo, como el de un músico que interpreta una partitura. Surge de la fuente del deseo, en el seno de un conjunto de sensaciones portadoras de sentido. Es patético y conmovedor en la medida en que expresa los elementos emocionales que, al igual -sino más- que los elementos lógicos, determinan la esencia del hombre. En él, de forma específicamente humana, en un arranque de animalidad, estallan la alegría y el sufrimiento, que son las modalidades primeras del ser en el mundo. Viaje extraordinario al centro del cerebro. Jean-Didier Vincent)
(¿Cómo, sin la conciencia, sabría usted cómo se siente? Ésa es la función de la conciencia. No es sólo intrínsecamente introspectiva, sino que también es intrinsecamente evaluativa, asigna valor. Nos dice si algo es "bueno" o "malo", haciendo que las cosas se sientan bien o mal (o en algún punto intermedio). Para eso es la conciencia, para sentir. (Y por eso los psiquiatras están interesados en modificar la producción química de estos núcleos centrales del tallo cerebral). El cerebro y el mundo interior. Mark Solms y Oliver Turnbull)
(Cuando empecé a escribir este libro, descubrí algo interesante sobre la neurociencia y la ética: no siempre se mezclan. Me he pasado la vida en laboratorios, buscando verdades verificables, reproducibles, incontrovertibles, sobre el funcionamiento del cerebro. Muchos de mis descubrimientos, así como los de otros investigadores, han influido en mi visión del mundo. Decidí escribir este libro porque creía que los datos concretos de la neurociencia podía y debían influir en muchas cuestiones éticas. El cerebro ético. Michael S. Gazzaniga)
(Pero ahora estamos listos para la mayor revolución de todas: la comprensión del cerebro humano. Sin duda será un punto de inflexión en la historia de la especie humana, puesto que, a diferencia de esas primeras revoluciones científicas, ésta no atañe al mundo exterior ni a la cosmología, la biología o la física, sino a nosotros mismos, al órgano que ha hecho posible estas anteriores revoluciones. Los laberintos del cerebro. V. S. Ramachandran)
(El conocimiento que tiene el cerebro humano de su entorno jamás está disociado de los esquemas de acción por los cuales actúa sobre este entorno. El arte es un acto de apropiación sobre el mundo, como el de un músico que interpreta una partitura. Surge de la fuente del deseo, en el seno de un conjunto de sensaciones portadoras de sentido. Es patético y conmovedor en la medida en que expresa los elementos emocionales que, al igual -sino más- que los elementos lógicos, determinan la esencia del hombre. En él, de forma específicamente humana, en un arranque de animalidad, estallan la alegría y el sufrimiento, que son las modalidades primeras del ser en el mundo. Viaje extraordinario al centro del cerebro. Jean-Didier Vincent)
(¿Cómo, sin la conciencia, sabría usted cómo se siente? Ésa es la función de la conciencia. No es sólo intrínsecamente introspectiva, sino que también es intrinsecamente evaluativa, asigna valor. Nos dice si algo es "bueno" o "malo", haciendo que las cosas se sientan bien o mal (o en algún punto intermedio). Para eso es la conciencia, para sentir. (Y por eso los psiquiatras están interesados en modificar la producción química de estos núcleos centrales del tallo cerebral). El cerebro y el mundo interior. Mark Solms y Oliver Turnbull)
(Hoy en día, la Neurociencia sabe que cada ser humano experimenta sus propios placeres, que son en su intimidad diferentes a los que sienten los demás porque cada cerebro, en la finura de su estructura y funcionamiento, es diferente al de cualquier otro. Por eso, el mismo aparente placer, aquel de la buena comida cuando se está hambriento, la misma parecida sexualidad o en mayor grado el placer de contemplar la belleza de un cuadro de Velázquez es diferente y único en cada ser humano. Los laberintos del placer en el cerebro humano. Francisco Mora)
(Mi padre era carnicero, y yo pasé la mayor parte de mi niñez alrededor de la carne. A temprana edad aprendí cómo se ve el interior de una vaca; la parte que más me interesaba era el viscoso y arrugado cerebro. Ahora, muchos años más tarde, paso mis días –y algunas noches– tratando de descubrir cómo funcionan los cerebros; y lo que más quiero saber acerca de ellos es cómo producen las emociones. El cerebro emocional. Joseph LeDoux)
7 comentarios:
Es curioso cómo avanzan las investigaciones y la ciencia y, sin embargo, lo poco que sabemos de la mente humana. Un tanto por ciento mínimo. ¿A qué crees que se debe esto? Un saludo. Muy interesante tu entrada.
Gracias por este post tan interesante.
Apasionante como siempre.
Los impulsivos y pasionales como yo atribuimos al corazon muchas de nuestras acciones, pero en nuestro fondo sabemos que es el cerebro el que decide.
Saludos.
Sally, es justo ahora cuando se está comenzando a entender el funcionamiento del cerebro. Gracias a las nuevas tecnologías de análisis y diagnóstico, sobre todo las imágenes obtenidas mediante Tomografía por Emisión de Positrones, va siendo posible conocer qué ocurre en el cerebro cuando alguien actúa o sueña o habla. Y el resultado va siendo asombroso. Nos permitirá a todos saber más acerca del funcionamiento de la mente. ¿Seremos luego capaces de aplicar a la vida real esos conocimientos? Ese seguirá siendo el gran desafío de la educación.
Sara, gracias. Lo interesante son siempre vuestras lecturas, los afectos que generan vuestros cerebros.
Chose, también los impulsos y las pasiones se producen en el cerebro. Es decir, una persona apasionada como tú puede presumir de ser tan cerebral como otra que únicamente actúe por interés o cálculo. Las emociones son tan cerebrales como los razonamientos.
Creo que en la actualidad la comprensión del cerebro y de sus mecanismos de actuación dista mucho de ser conocida. Se está haciendo mucha divulgación en tv, prensa, libros,etc.., pero conclusiones, de momento, pocas. Creo que se está produciendo una inflación de información poco sustancial. Yo hablaría más bien de caminos abiertos, como el uso de la PET u otras técnicas de neuroimagen.
Saludos cordiales
Parezco de la claqué, siempre aplaudiendo y diciendo que me encantan tus entradas, pero es que es cierto. Sobre el cerebro y algun libro relacionado con su funcionamiento creo que ya hemos hablado -Pinker, Damasio. Me apunto estos y los buscaré en la biblio.
Chose, ¿sabías que los pensamientos racionales se basan en las emociones? Digamos que son las emociones "procesadas"
Albert, es verdad que las investigaciones acerca del funcionamiento del cerebro están ahora en sus albores, pero lo que se va sabiendo resulta realmente asombroso. Están cambiando muchas concepciones tradicionales acerca de los seres humanos. Otra cosa es la dificultad para transformar en actos esos conocimientos. Como muy bien pone de manifiesto Gazzaniga, cada vez se conocen mejor los mecanismos cerebrales del razonamiento moral. ¿Ayudará eso a mejorar el comportamiento moral de los individuos? Ése va a ser el gran desafío de las próximas décadas.
Lammermoor, cuánta alegría me producen tu generosidad y tu voracidad lectora. Das pleno sentido al acto de recomendar un libro. Ésta podría ser la frase que nos definiera: Pienso, luego me emociono. O viceversa.
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