10 de enero de 2010

Desde mi ventana, la nieve

Desde hace unas horas nieva en mi ciudad. Todo lo que observo a mi alrededor está cubierto ahora por una mano blanca. Miro y miro en silencio caer los copos de nieve. La literatura me viene a la memoria sin poder evitarlo.


Estos kaikus me gustan:

Ikutabi mo
/ Muchas veces
Yuki no fukasa o / he preguntado
Tazune keri / por el espesor de la nieve.

MASAOKA SHIKI

Yuki wa shizuka-ni / Nieva abundantemente.
Yutaka-ni hageshi / Todo es silencio
Kabane-shitsu / como en la habitación del muerto.

ISHIDA HAKYOO

Yuki tokete / Con la nieve que se derrite
mura ippai no / está el pueblo rebosante
kodomo kana / ...de niños.

KOBAYASHI ISSA

En el libro La nieve blanca, del poeta José Carlos Rosales, hay poemas muy hermosos que parecen escritos para esta tarde.

UN RINCÓN DE LA CALLE
La nieve es pobre y nadie lo percibe.
Siempre en el suelo, amontonada a veces
en el rincón más sucio de la calle.

LA NOSTALGIA
La nieve cubre sin borrar la forma,
alivia las aristas, salvaguarda
el calor, la nostalgia.

TARDE DE AVENTURAS
Sobre la mesa un libro de aventuras
que ha llenado la tarde de espejismos,
sombras en las paredes ya borrosas
de un domingo que acaba sin ninguna
sorpresa, en la butaca los periódicos
arrugados o rotos. Alguien mira
por la ventana un mundo inexplicable
al que nunca se cansa de aguardar,
y se sorprende al ver cómo la nieve
se ha atrevido a caer, tan sigilosa.

LA NIEVE BLANCA
¿Esta nieve es la misma de otras veces?
La que cayó cubriendo el jardín que hoy no existe.
La que estaba aquel día sobre el balcón, inmóvil.
La que vino en un frasco y luego se hizo agua.
O aquella que borraba los perfiles
de la ciudad sombría.

Aquella nieve blanca no es la misma de hoy.

Del relato Nieve, de Maxence Fermine, recupero este capítulo:

La nieve es un poema. Un poema de resplandeciente blancura.
En enero cubre la mitad norte de Japón.
Allí donde vivía Yuko, la nieve era la poesía del invierno.

Contrariando los deseos de su padre, Yuko abrazó la carrera de poeta los primeros días de enero de 1885. Decidió no escribir sino para ensalzar la belleza de la nieve. Había hallado su camino. Sabía que nunca se cansaría de aquella vida deslumbrante.

Los días de nieve tomó la costumbre de salir muy temprano de casa y caminar hacia la montaña. siempre iba al mismo lugar a escribir sus poemas. Se sentaba bajo un árbol con las piernas cruzadas y permanecía allí largas horas eligiendo en su retiro las diecisiete sílabas más hermosas del mundo. Luego, cuando sentía que por fin dominaba el poema, lo escribía en un papel de seda.
Cada día un nuevo poema, una nueva inspiración, un nuevo pergamino. Cada día un paisaje distinto, una luz diferente. Pero siempre el haiku y la nieve. Hasta el anochecer.
Regresaba siempre para la ceremonia del té.

9 comentarios:

LUISA M. dijo...

Feliz año nuevo, Juan; a ver si, como dice el refrán "Año de nieves, año de bienes", que buena falta nos hace...
Me gusta ver nevar y disfrutar de la belleza de un paisaje nevado, lo cual no he podido hacer más que en contadas ocasiones.
Me han gustado mucho los poemas sobre la nieve de J. Carlos Rosales y el fragmento de Maxence Fermine. Un hermoso regalo para esta blanca y fría tarde de enero. Gracias.
Saludos.

discreto lector dijo...

¿No te da la sensación, Luisa, de que el lenguaje poético hace que observemos la naturaleza de un modo más intenso, más complejo? La nevada del domingo adquiría, con la literatura delante, un significado emocional inesperado.

Y ojalá que se cumpla el refrán y éste sea un año de bienes y parabienes personales. Gracias, siempre.

Homo libris dijo...

Me han encantado estas reflexiones tuyas sobre la nieve, y las poesías que nos traes para ver la nieve con otros ojos.

Ojalá, en efecto, sea este un año de bienes para todos.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me uno a los dos anteriores, has hecho que estos días de nieve veamos caer lo copos de otra manera.
Preciosos los poemas.
Un saludo
Teresa

lammermoor dijo...

¡Unos poemas preciosos!

Anónimo dijo...

la poesía es otra cosa... Su capacidad para transportarnos a estados interiores es inigualable. Igual que la nieve, nos lleva con ella a un lugar desconocido e inesperado.
Gracias por tu regalo de haikus y poemas, gracias por esta visita a Japón y al terreno de lo helado.
Feliz año a todos, feliz y poético año.
Gracias, como siempre

Anónimo dijo...

Juan y demás blogueros, blogueras: Feliz Año -¡ojala la fuerza de las palabras lo haga realidad!-

VILLANCICO EN CENTRAL PARK, un poquito a destiempo aunque a tono con el tiempo que describes desde tu ventana...

Vistió la noche, copo a copo,
pluma a pluma,
lo que fue llama y oro,
coto de malla del guerrero otoño
y ahora es reino de la blancura.
¿Qué hago yo, profanando, pisando
tan fragilísimo plumaje?
Y arranco con mis manos
un puñado, un pichón de nieve,
y con amor, y con delicadeza y con ternura
lo acaricio, lo acuno, lo protejo.
Para que no llore de frío.
Jose Hierro me produce mucha ternura. (soy abuelita recién estrenada y seguro que eso influye...)
Tu ventana, tu blog, también ventana al mundo de las miradas nobles, es algo alentador cuando hay tanto dolor fuera... Gracias
Memes

Anónimo dijo...

preciosa poesía...me encantó el relato de Fermine...ir a senarse a observar aquello que se desea tratar en la poesía, sumergirse en el elemento para poder después expresar en un poema las sensaciones, significados, evocaciones vividas ¡que manera de inspirarse!
¡gracias Juan!

discreto lector dijo...

Gracias Homo libris, Teresa, Lammermoor, Anónimo lector/a, Memes, Bibliobulímica, por vuestras amigables miradas y vuestras generosas palabras, que caen sobre este blog como limpios copos de nieve.