11 de agosto de 2009

Voces primordiales 4

Cierro por ahora esta pequeña serie de testimonios sobre el papel de la familia en los comienzos del amor por la lectura con la rememoración que Bertrand Russell hace de la participación de su abuela en su formación lectora. Los abuelos también suelen ser actores principales en el descubrimiento y estima de los libros, y por eso lo consigno aquí. Las escenas que describe Russell detallan a la perfección el ambiente victoriano en que se educó y los recursos que improvisaba para burlar las restricciones que su abuela imponía. En próximas entradas iremos ampliando el espectro de familiares que influyen sigilosamente en la voluntad de leer.

"Mi abuela solía leerme en voz alta, principalmente los relatos de Maria Edgeworth. Había una narración en el libro, titulada "The False Key", que mi abuela dijo que no era muy bonita y, por lo tanto, no me la leyó. Leí la narración completa, párrafo a párrafo, aprovechando el trayecto desde que sacaba el libro de la biblioteca hasta que lo ponía en manos de mi abuela. Sus intentos para impedirme el conocimiento de las cosas raras veces tenían éxito. Algo más tarde, durante el escandoloso caso de divorcio de Sir Charles Dilke, mi abuela tomó la precaución de quemar los periódicos todos los días, pero yo solía ir a la puerta del parque para buscárselos, y antes que llegasen a sus manos leía todo lo relacionado con aquel caso de divorcio. El tema me interesaba tanto más cuanto que una vez había estado en la iglesia con él, y me preguntaba cuáles habrían sido sus sentimientos al oír el séptimo mandamiento. Cuando hube aprendido a leer correctamente, me tocó a mí leer en voz alta a mi abuela, y de este modo adquirí un extenso conocimiento de la literatura inglesa clásica. Leí con ella a Shakespeare, Milton, Dryden, la Task de Cowper, el Castle of Indolence de Thompson, Jane Austen y otros e innumerables libros".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encuentro un poco frustada y marguinada de este mundo de lectura yo nunca tuve una abuela que me leyo,ni un padre ,ni un maestro,ni naci en pueblo donde era dificil leer porque no habia medios,mi vida es de lo mas normal de la que nunca se habla en los acontecimientos literarios,porque no interesa pero que corresponde a la mayoria de los mortales gente corriente

discreto lector dijo...

Si destaco esos actos familiares, anónima lectora, no es para convertirlos en canónicos, sino para destacar que, aun en las circunstancias más adversas, es posible que surja el estímulo necesario para entrar en los libros. Los ejemplos hablan, a mi juicio, de gente corriente. Antes de ser escritores reconocidos, esos hombres y mujeres fueron, como la mayoría, personas cuyo porvenir estaba por decidir. Luego dejaron testimonio escrito de esa etapa infantil. Con esos testimonios he intentado confirmar el papel determinante que puede jugar la familia en el amor por la lectura. Yo tampoco tuve unos padres o unos abuelos que me leyeran, ni un maestro comprensivo y alentador, ni una casa repleta de libros, pero no por eso me siento frustrado. Por el contrario, me siento orgulloso de ser lector, cuando todo parecía conspirar en mi contra. El hecho de que estemos ahora conversando confirma por lo demás, anónima lectora, que deberíamos compartir ese sentimiento de conquista.

Anónimo dijo...

¡que interesante leer lo de Bertrand Russell! Ya lo imagino leyendo en el pasillo, con el libro en las manos, tratando de caminar despacito y sin tropezar con nada mientras va devorando las palabras que querían prohibirle!
Estoy de acuerdo contigo Juan ¡es una conquista maravillosa ser un lector! Es darse la posibilidad de abrirse a otros mundos, otras miradas, otros pensamientos. El amor por las letras puede surgir como imitación, o como rebelión. Puede inocularse en casa, o aprenderse en el caminar de la vida. Una vez que leemos un libro, y este nos engancha, seremos lectores. Y como dice Oliver Wendell Holmes “Lo mejor del libro no es el pensamiento que contiene, sino el pensamiento que sugiere; así como el encanto de la música no está en los tonos sino en el eco de nuestro corazón”

discreto lector dijo...

No conocía, Ale, las afirmaciones de Oliver Wendell Holmes. Me han gustado mucho y las emplearé en adelante. Pienso que sintetiza muy bien lo importante en la lectura: el eco de las palabras en el lector, los pensamientos que suscitan. Gracias por el descubrimiento.