11 de octubre de 2008

El canon de Laila

"Así que busqué otro lugar y encontré una biblioteca de barrio por la zona del Museo de Arqueología. Era una biblioteca muy pequeña, sólo tenía unas mesas muy grandes de lectura y unas sillas muy viejas y muy pesadas. Estaba abierta todos los días, salvo el domingo y el lunes, aparte de los estudiantes de liceo, que venían a hacer sus deberes a la salida de clase, no había casi nadie. Durante unos meses, pude leer allí todos los libros que quise, al azar, sin ningún orden, dejándome llevar por la fantasía. Leí libros de geografía y de zoología, pero sobre todo novelas, Nana y Germinal de Zola, Madame Bovary y Tres cuentos de Flaubert, Los Miserables de Victor Hugo, Una vida de Maupassant, El extranjero y La peste de Camus, El último de los justos de Schwarz-Bart, El deber de la violencia de Yambo Uologuem, El niño de arena de Ben Jellum, Pierrot, amigo mío de Queneau, El clan Morembert de Exbrayat, La isla de las gaviotas de Bachellerie, La Billebaude de Vincenot y Moravagine de Cendrars. También leía traducciones, como La cabaña del tío Tom, El nacimiento de Jalna, Mon petit doigt m'a dit, Los santos inocentes o Primer amor de Turgueniev, que me gustaba mucho. Fuera todavía apretaba el calor, pero dentro de la biblioteca hacía fresco y estaba todo muy tranquilo, tenía la impresión de que allí nadie vendría a buscarme. En ella conocí al señor Ruchdi, que había sido profesor de francés en un liceo. Cuando me cansaba de leer y salía al jardincito polvoriento que había delante de la biblioteca, el señor Ruchdi venía a fumarse un cigarrillo y a charlar conmigo. No me preguntó nada, pero creo que le intrigaba verme leer tantos libros. Me dio algunas indicaciones, me dijo lo que debería leer primero, me habló de los grandes autores, de Voltaire, de Diderot, y también de los autores modernos como Colette y de la poesía de Rimbaud, que yo no entendía, pero que me parecía muy hermosa. El señor Ruchdi era pobre, pero elegante, con su traje marrón siempre muy bien planchado, su camisa blanca y su corbata azul oscuro. Fumaba demasiado, su bigote gris estaba amarillento por el tabaco, pero me gustaba mucho su forma de sujetar el cigarrillo, entre el dedo pulgar y el dedo índice, como si señalara algo con una regla."


Quien así habla es Laila, una joven marroquí oriunda de una aldea del sur del país. Raptada cuando tenía seis años y vendida posteriormente a una anciana sefardí, Lalla Asma, que se convierte en su 'abuela' y protectora, pasa su infancia encerrada en una casa de Rabat. Es Lalla Asma quien la instruye, le enseña a leer y escribir y contar, le habla de la religión y de la vida. La muerte de la 'abuela' la hace recalar en un fondac, donde Laila intima con las 'princesas' que allí ofician como prostitutas. Antes de emigrar clandestinamente a Francia, donde transforma su vida, Laila conoce la cárcel, la explotación, la miseria, el desprecio... Es en los días de mayor desamparo cuando Laila encuentra refugio en una pequeña biblioteca de barrio. Y donde lee los libros reseñados más arriba.

Laila es la protagonista de la novela
El pez dorado de J. M. G. Le Clézio.

Lo que me llama la atención del episodio de la biblioteca que narra el autor es la lista de libros que hace leer a la protagonista. No es una lista improvisada. De la misma manera que al hablar en una entrada anterior de este blog de los libros que leyó en su infancia David Copperfield, el personaje principal de la novela del mismo nombre escrita por Charles Dickens, refería que esas lecturas revelaban el pensamiento de una época pero asimismo los gustos y las opiniones del propio autor, también ahora esa lista que Le Clézio elabora es reflejo de sus aficiones y de sus intereses. La pluralidad de libros que hace leer a Laila muestra su pensamiento acerca del significado y la influencia de la lectura. Desde novelas históricas a relatos policíacos, pasando por narraciones del éxodo judío o la humillación de campesinos españoles, el canon que ofrece Le Clézio a través de su personaje da que pensar.

Sería interesante conocer la opinión de los lectores al respecto. Admito que me gustaría saber qué libros le harían leer, cuáles serían los autores que considerarían más significativos, qué títulos de la literatura clásica incluirían en la lista,
si quienes se asoman a este blog se vieran en el trance de describir a un personaje como Laila en una novela propia.

8 comentarios:

Pablo Valdivia dijo...

Querido Juan: Acojo tu propuesta. De los muchos libros que podría sugerirle a Laila me quedo con uno que he terminado recientemente. Se llama "Dois irmaos" y fue escrito por Milton Hatoum. El libro se desarrolla en Manaos aunque tiene una importante relación con el Líbano (no quiero decir más por si a alguien le pica la curiosidad). Me pareció un libro raro (en el buen sentido) porque es una obra que, de forma muy descarnada, nos habla sobre el odio. Quizá el canon que el autor pone en boca de Laila más que la proyección de sus gustos es una propuesta variada contra el resentimiento y la injusticia. Hay algo de eso, creo yo, también en Milton Hatoum. Gracias por siempre invitarnos a pensar con tu blog. Saludos desde Cambridge. Pablo

Juan Mata dijo...

Pablo, muchas gracias por tu aportación. No conocía la novela, pero después de leer tu comentario he sentido curiosidad y he comenzado a indagar sobre ella. Y he descubierto que me estoy perdiendo una lectura sorprendente. Voy a buscar el libro de inmediato. Ya he comprobado que fue publicado en España por la editorial Akal.

Y gracias por tus palabras de aliento. Ayudar a pensar... ¡Qué grato elogio! ¡Y qué responsabilidad al mismo tiempo! Para un profesor no hay, sin embargo, un desafío más estimulante que ése.

Espero que pronto podamos comentar juntos la lectura de la novela, que podemos ya incluir en el canon de Laila.

sfer dijo...

Siempre me detengo en la sección "El canon de..." de la revista Qué Leer, en la que cada mes un escritor diferente escoge un puñado de libros que considera "su canon" particular. Ojalá tuviera tiempo para leer ni que fuera una ínfima parte de esos cánones...

Nos propones, Juan, que elaboramos nuestro canon, pero... ¿y tú?

Juan Mata dijo...

Querida Sfer, me pones en un aprieto. No soy, sin embargo, de los que rehuyen los compromisos. No esperaba semejante desafío, pero dedico una entrada a responderte.

Saludos.

Serj Alexander Iturbe dijo...

Bueno... La cosa es que llegué a este blog buscando información sobre "El Clan Morembert" de Queneau justamente por encontrarse ese libro dentro de la enumeración de "El pez dorado".
El trabajo sobre esa novela se debe a la materia Literatura Francesa de la Facultad de Letras de la U.N.C. (Córdoba, Argentina) y es justamente la intertextualidad en "El pez dorado", en especial esa página (65 en Tusquets); además de eventuales nombres como Hume, Locke, Diderot, Voltaire(inevitable, por afinidad o por negación) en cualquier novela francesa y hasta francófona.
Creo que esos libros que lee van a ser uno de los quiebres en la psicología de Laila y que la llevan a actuar de una manera rebelde, habida cuenta de que ya he visto los once primeros que enumera exluyendo el de Queneau t TODOS tratan de alguna especie de opresión (sexual, social, sociosexual (como es el caso de El niño de arena, que sería una problemática de género), étnico, histórico, etc.
Siendo que todo el libro es una búsqueda de identidad y se identifique de alguna manera con el héroe clásico por el viaje y el regreso y la identidad que encuentra al volver, digamos un Ulises moderno, pero mujer, negra y el lugar que ocupaban los dioses devienen en una sociedad que paraliza y oprime mediante innumerables aristas...
En "El pez dorado", en algún momento, pregunta uno de los personajes si la palabra "alienación" era una especie de locura. Su interlocutor, reticente, acepta la elocuente pero ingenua propuesta. Esa parte me hacía acordar al primer capítulo de "Historia de la locura en la época clásica" de Foucault, denominado "Stultifera navis", denominación latina de "la nave de los locos", naves de la Edad media que partían llenos de "alienados" para excluirlos tajantemente.
Me fui por las ramas. Quería decir dos casas, nomás.
En fin...
Saludos de Argentina.

Juan Mata dijo...

Qué caminos más singulares e inesperados para llegar a un blog, estimado Demon/Cleaner. Bienvenido. Y, en efecto, pienso que da en la clave del canon literario que Le Clézio prepara para Laila. Esos libros hablan de la rebelión frente a toda clase de opresión. Es lo que el autor quiere para ella: la rebeldía contra su previsible destino de paria. Es un sutil mensaje metaliterario.

Y no le importe irse por las ramas. Es así como aprendemos a pensar. Le deseo suerte en sus investigaciones.

Saludos desde España.

Mirian dijo...

Me ha encantado leer "El pez dorado". Y me gustó mucho encontrar "el canon de Laila". Al terminar de leerlo, he puesto manos a la obra y me acerqué a la biblioteca de mi barrio para buscar algunos de los libros que Le Clézio propone que yo no conocía. Muchas veces conozco a nuevos escritores o incluso poetas, a partir de verlos mencionados en libros que leo. Me gusta este caminar pela literatura a través de la literatura.
De "Dois irmaos" que Pablo menciona, sé algo. M. Hatoum es uno de los escritores de literatura brasileña más importantes del momento. He leídos sus 3 otros libros y me han gustado mucho tb. Conocí Le Clézio a partir de leer "La Música del Hambre" que me fascinó. Lo leí de un tirón y al terminarlo, volví a empezar. Muchas cosas se nos escapa en la primera lectura.
Mirian

Juan Mata dijo...

Mirian, eres un ejemplo perfecto de la inagotable ramificación de la literatura, de cómo un libro lleva a otro en un descubrimiento sin fin. Y me quedo admirado de ese paseo que hiciste a la biblioteca de tu barrio remedando el paseo y la búsqueda de Laila en la novela de Le Clézio. Conmovedor. Gracias por tu testimonio de lectora.