La literatura ha dado cuenta de esa desdicha. ¡Cuántos niños y niñas trabajadores han dejado su huella en los cuentos populares y en los libros! Porque, ¿quién es Lázaro de Tormes sino un niño trabajador vagando por Castilla al servicio de un ciego? ¿Y no lo son igualmente Oliver Twist o Kimball O'Hara? ¿Recuerdan el episodio en el que Don Quijote se enfrenta a un labrador que está azotando a un niño al que acusa de haber perdido una oveja? ¿Y cómo catalogar a la pequeña cerillera del cuento homónimo de Hans Christian Andersen? La lista sería interminable.
También la literatura contemporánea es sensible a ese infortunio. Querría hoy hacer mención a algunos libros que lo testimonian. Es una lista personal, complementaria de la que seguramente tendrán ustedes.
No hay tiempo para jugar. Relatos de niños trabajadores, de Sandra Arenal y Mariana Chiesa. Editorial Media Vaca.
Los Hermanos Negros, de Hannes Binder y Lisa Tetzner. Editorial Lóguez. Traducción de Eduardo Martínez.
A lo lejos, Menkaura, de Elena O'Callaghan. Editorial Edelvives.
A lo lejos, Menkaura, de Elena O'Callaghan. Editorial Edelvives.
La historia de Iqbal, de Francesco D'Adamo. Editorial SM. Traducción de Rosa Huguet.
Trabajar no es un juego, Varios Autores. Fundación CEAR - Planeta - Debate.
Trabajar no es un juego, Varios Autores. Fundación CEAR - Planeta - Debate.
Los niños de la mina, de Fabian Grégoire. Editorial Corimbo. Traducción de Carlos Fanlo Malagarriga.
6 comentarios:
Estoy leyendo "El arte de la lectura en tiempo de crisis" de la esplendida Michèle Petit. En este libro recoge experiencias de propuestas de lectura a jóvenes en situaciones vitales dificilísimas, entre ellos niños trabajadores de Irak. El acercar lo literario, primero como voz amorosa que lee en voz alta, y luego como texto por descubrir, cambia literalmente la vida a muchos de estos jóvenes. Es apasionante y esperanzador. En nuestro primer mundo caer en la cuenta de que existen y son y sobreviven a la adversidad, la crueldad y la injusticia es quizá el primer paso. Apuntaré tus propuestas para acercarme a ellos y transmitirlos a otros. Besos ardientes (aquí estamos a 39ª centígrados)
Yo he sido niña trabajadora, en un tiempo en que creo que éramos la mayoría. Al menos en la zona de Los Montes de Granada.
En alguno de los libros de Antonio Muñoz Molina he encontrado algo de identificación, con respecto a la campaña de recogida de la aceituna.
Pero había una tarea terrible que era la "rebusca", que creo que está por escribir.
Todavía creo que me queda rencor por aquella injusticia.
Y es que como los mayores eran vilmente explotados, nos hacían a los niños esclavos.
Así que lo del trabajo infantil no nos queda tan lejano. Y deja profundas heridas.
Estoy deseando leer ese nuevo libro de la admirable Michèle Petit, querida estrella. Hace semanas que lo tengo pedido en la librería, pero por razones extrañas no acaba de llegar. Como aperitivo me he conformado con su autobiografía de lectora, también publicado por Océano. Estoy seguro de que los testimonios que ha recogido sobre los beneficios de la lectura en circunstancias de crisis van a ser muy reveladores. Estoy deseando conocerlos.
En estos momentos sobrepasamos en Granada los 35 grados. ¡Ojú qué caló!
Gracias, anónima lectora, por su emotivo testimonio. Creo conocer la historia que cuenta. Nací en un pueblo de Jaén, en el corazón andaluz de los olivares, y aunque nunca fui un niño de trabajo en el campo sí recuerdo perfectamente las ausencias de mis compañeros de clase en los meses de invierno. Y los sabañones que exhibían en sus minúsculas manos como consecuencia de su trabajo en la recogida de la aceituna. Luego fui viendo los definitivos abandonos de muchos de ellos. Siempre lo he tenido en la memoria.
Soy, como Antonio Muñoz Molina, de los niños que rompieron la tradición familiar y comenzaron a estudiar el bachillerato y luego en la Universidad. Cuando vivió en Granada tuvimos muchas ocasiones de hablar sobre nuestra generación y las rupturas que protagonizamos. Lo importante para muchos de nosotros es no haber olvidado ese pasado, tan cercano, tan inhóspito. Él, en algunas de sus novelas, y sobre todo en sus artículos periodísticos, ha dejado constancia narrativa de esa infancia. Es uno de sus mayores méritos literarios. Y por lo que lo admiro. Pero es cierto que aún faltan más textos que den cuenta de ese tiempo.
Espero, estimada lectora, que las heridas de esa experiencia no le haya impedido cumplir sus sueños.
Gracias de veras por sus palabras.
Convengo contigo: el trabajo infantil es una lacra terrible en nuestro mundo.
Estrella Polar ¿has visto la película "Escritores de la Libertad"? está basada en el caso real de una maestra que en EUA pone a sus alumnos a leer El Diario de Ana Frank (en una preparatoria donde había mucha división racial) y les pide que vayan escribiendo sus impresiones. Los muchachos terminaron escibiendo los Diarios de los Escritores por la Libertad. Muy bueno el mensaje, como leer sobre como otros enfrentan situaciones difíciles, les pudo permitir hacer lo mismo.
Me encantó tu entrada. Y recién acabo de leer con mis hijos "El pan de la guerra"...
¡gracias por tu post!
Ale.
Gracias, Ale, por su comparecencia. Me siento igualmente interpelado por el comentario que dirige a Estrella Polar y voy a tratar de ver la película 'Escritores de la Libertad'. Sobre todo, después de comprobar que la protagoniza mi admirada Hilary Swank. Me ha interesado mucho conocer la historia real de la maestra en la que está basada la película. Voy a indagar un poco más.
Me imagino la escena de usted leyendo con sus hijos 'El pan de la guerra' y no puedo reprimir una sonrisa feliz.
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