30 de diciembre de 2009

A lo largo de este año...

... he leído textos que me han hecho pensar, evocar, sonreír. He aquí el rastro de algunas de esas lecturas:


[...] ¿Cómo entenderlo? No es que en Auschwitz apareciera algo inédito, que sólo tiene valor después de 1945. Si Auschwitz es singular, si podemos hablar de que hay un antes y un después, es porque ahí se pone de manifiesto algo que siempre había acompañado a la historia pero que hasta ese momento había conseguido invisibilizarse o camuflarse: el sufrimiento del otro. Siempre había acompañado la lógica de la acción humana, pero la filosofía había conseguido privarle de toda significación. El sufrimiento era literalmente in-significante. Auschwitz fue como un laboratorio del mal en el que se hace tan visible el sufrimiento que nos obliga a tomarlo en consideración. Lo nuevo que produce Auschwitz es la exigencia de considerar el sufrimiento como condición de toda verdad. Se había camuflado tanto que habíamos llegado a pensar que la verdad casa con la objetividad, la impasibilidad, la apatía, la neutralidad, pero no con la experiencia de sufrimiento.

Reyes Mate, La herencia del olvido

CONJUGACIÓN

Yo grité. Tú torturabas. Él reía. Nosotros moriremos. Vosotros envejeceréis. Ellos olvidarán.

Ángel Olgoso, La máquina de languidecer

... En la figura universal de la compasión, identifico el pasaje misterioso del animal al hombre, del tráfico de las emociones al de las sonrisas y las lágrimas y del juego de las hormonas al de los símbolos. ... La experiencia de base es el sentir (sentio ergo sum); no es el logos, sino el pathos: la capacidad de ser afectados y afectar. Quizá no se haya considerado lo suficiente que la conciencia es en sí misma un afecto. El mundo vital del ser humano, su mundo originario se manifiesta a través de los afectos. El lenguaje anterior a la razón surgió en el seno de un conjunto de sensaciones portadoras de sentido. Resulta patético y conmovedor por su contenido pasional que, tanto como la razón o incluso más, determina la esencia del hombre. ... La compasión en el sentido que yo le doy se centra en la persona humana en su relación con otros, relación que le permite tomar conciencia de sí misma. Así pues, es el motor de la construcción de dicha persona. Esta observación atribuye a las emociones el papel primario en la existencia del yo. De ahí se deduce una segunda observación: la existencia indudable de otros "yo"; un conocimiento interior de lo que vive el otro; la facultad de reconstituir en cierta forma la perspectiva del otro. Constatación que he resumido en la Biología de las pasiones con la frase: "Yo soy porque estoy emocionado y tú lo sabes."

Jean-Didier Vincent, Viaje extraordinario al centro del cerebro

RETORNO

La luna aporta su prestigio antiguo
al pequeño, apartado vertedero
que, clausurado ya, mira hacia el valle
donde tiemblan las luces distantes de unos pueblos.
Cuando veníamos de noche
a tirar la basura,
nos quedábamos a ver el firmamento.
Bajo la luna, al viejo vertedero
hoy lo cubren espliegos y tomillos:
hay un rumor de bestias cruzando matorrales,
los búhos deslumbrados por los faros del coche.
Pero no tiene ya la misma fuerza
de cuando nos quedábamos aquí para mirar,
rodeados de basura, las estrellas.

Joan Margarit, Misteriosamente feliz

- ¿Con tu padre?
- No, con él no. Mi anciano padre todavía rebosa energía. Tiene opiniones sobre todo y, a menudo, no coinciden con las mías. A veces tengo que esforzarme para no ser como un chiquillo de catorce años con él. A veces, cuando estoy con mi padre, más que esperar morir siento como si estuviera esperando que empiece la vida. El verano pasado se enfureció cuando uno de los hijos de mi hermano decidió casarse con una puertorriqueña. Como mi padre no puede ocultar sus sentimientos y, en general, ni siquiera lo intenta, irritó al muchacho y mi hermano, muy enfadado, me llamó. Fui en coche desde Connecticut hasta Nueva Jersey, y en cuanto llegué mi padre se puso a desgranar sus quejas. Le escuché durante una media hora y entonces le dije que quizá necesitaba una pequeña lección de historia. Le dije: "A principios de siglo tu padre tenía tres opciones. Primera, podría haberse quedado en la Galicia judía con la abuela. Y de haberse quedado allí, ¿qué habría ocurrido? A él, a ella, a ti, a mí, a Sandy, a mamá, a todos nosotros. Muy bien, ésa es la primera opción: todos convertidos en cenizas. La segunda opción es la de irse a Palestina. En el cuarenta y ocho tú y Sandy habríais luchado contra los árabes, y aun en el supuesto de que hubierais sobrevivido los dos, sin duda alguno habría perdido un dedo, un brazo o un pie. En el sesenta y siete yo habría intervenido en la guerra de los Seis Días y, como mínimo, habría recibido un poco de metralla, en la cabeza, por ejemplo, con pérdida de la visión de un ojo. Tus dos nietos habrían luchado en el Líbano y, para ser moderados, supongamos que sólo hubiera muerto uno de ellos. Eso en cuanto a Palestina. La tercera opción era venir a América, cosa que hizo. ¿Y qué es lo peor que puede ocurrir en América? Que tu nieto se case con una puertorriqueña. O sea que vives en Polonia y sufres las consecuencias de ser un judío polaco, o vives en Israel y sufres las consecuencias de ser un judío israelí, o vives en América y aceptas las consecuencias de ser un judío americano. Dime qué prefieres. Dímelo, Herm. "De acuerdo", me replicó, "tienes razón, ¡tú ganas! ¡Me callaré!". Yo estaba encantado. Había sido más astuto que él y no quería dejar las cosas como estaban. Todavía no. "¿Y sabes qué voy a hacer ahora?", le dije. "Voy a ir a Brooklyn para hablar con la madre de la chica. Estoy seguro de que también está de rodillas, llorando y manoseando de lo lindo su rosario. Iré a Brooklyn y le diré lo mismo que acabo de decirte. "Si usted quiere vivir en Puerto Rico, sin duda su hija se casará con un simpático muchacho puertorriqueño, pero todos tendrán que vivir en la isla. Si quiere vivir en Brooklyn, lo peor que puede ocurrirle es que su hija se case con un judío, pero usted ha establecido su vida en Brooklyn. Elija lo que más le convenga."" Esto volvió a irritar a mi padre. "¿Qué clase de comparación es ésa? ¿Qué significa "lo peor que puede ocurrirle"? La mujer debería estar muy halagada por el buen casamiento de su hija." "Claro que lo está", repliqué, "tan halagada como lo estás tú".
- ¿Y cómo terminó el asunto? ¿Qué ocurrió?
- La boda se celebró en la catedral de San Patricio, con la asistencia de un rabino, sólo para asegurarse de que no nos daban gato por liebre.

Philip Roth, Engaño

Mañana reproduciré algunos fragmentos más.

4 comentarios:

Sally dijo...

Este último libro, el de Roth, lo tuve en las manos ayer en la Casa del Libro y no fue el afortunado por poco.
Tendré en cuenta tu recomendación para la próxima vez.
Un saludo

discreto lector dijo...

Sally, cualquier novela de Philip Roth me parece digna de recomendar. Pienso que hay pocos novelistas vivos que escriban con la intensidad y la ambición que él lo hace. No puedo ocultar la admiración que siento por él. Espero que disfrutes de sus novelas como yo suelo hacerlo.

Anónimo dijo...

Mira que ando detrás de alguna novela de este escritor, creo que me haré un regalo.
Me ha encantado leer todas esas reseñas que has puesto.
Feliz año
Teresa

discreto lector dijo...

Teresa, reitero mi invitación a leer a Roth. Pienso que es uno de los novelistas contemporáneos más grandes. Pastoral americana, La mancha humana, La conjura contra América, Me casé con un comunista, El mal de Portnoy, Elegía... cualquiera de esas novelas puede ser un buen comienzo.